Coordenadas / Déficit de operadores

AutorEnrique Quintana

La forma en la que se toman decisiones en la política mexicana es muy diferente y la forma de conseguir que una propuesta reciba los apoyos pertinentes deriva de que produzca una conjunción de intereses.

Esa es la diferencia en lo que ha ocurrido con el Gobierno de Fox y lo que pasó, por ejemplo, con el Gobierno de Salinas de Gortari.

Frecuentemente se dice que hoy las condiciones son muy diferentes a las que existían en aquel entonces. Sin embargo, se olvida a veces que en las elecciones de 1988 el PRI perdió por primera vez la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y que una buena parte de las reformas que emprendió Salinas implicaron cambios constitucionales que exigieron esa mayoría.

El secreto fue configurar una alianza con el PAN, por un lado, y por el otro, hacer un detallado trabajo de operación política para eliminar las resistencias que había en el PRI a su programa de reformas, pues se afectaban intereses muy poderosos.

Pero, hay que recordar que en casi todo el lapso en el que se operaron las reformas salinistas hubo un Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, que se parecía muy poco al Secretario de Gobernación de este sexenio.

Quizá a muchos no gustara la forma de operar de los salinistas, pero sacaron adelante un paquete de reformas que -para bien o para mal, según la opinión de cada quien- cambiaron al País.

Los señalamientos anteriores vienen a colación porque en este último tramo del sexenio de Fox se va a insistir en un conjunto de reformas que carecen esencialmente de la operación política requerida para salir adelante.

Hace un par de días escuchaba al Secretario de Energía argumentar acerca de la necesidad de atraer inversión privada al sector energético como única vía para conseguir que Pemex y la CFE no se vayan al desastre.

La historia es muy sencilla y la hemos contado en este espacio en muchas ocasiones. Como al Gobierno no le cuadran las cuentas exprime a las empresas energéticas, especialmente a Pemex, y ésta tiene que endeudarse para pagar su gasto y hacer inversiones. Pero como el endeudamiento no puede llegar al infinito, hay el riesgo de que en el camino las empresas se destripen y el Gobierno cocine a sus gallinas de los huevos de oro.

Las evidencias a favor de la apertura parecen ser tan contundentes que no se entiende cómo es que hay voces que se oponen a ella.

Pero, las hay precisamente porque existen intereses que se afectarían si se efectuara esa apertura a la inversión privada.

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