El contratista favorito

AutorMarcela Turati

ZUMPANGO, MÉX.- Las jóvenes y guapas recepcionistas del Hospital Regional de Alta Especialidad de Zumpango solicitan por radio a una mujer policía que escolte a la visitante hasta el área de trabajo social. En el recorrido por el edificio recién estrenado, de arquitectura barra-ganiana, se ven más policías que médicos o pacientes. Sólo tres personas están hospitalizadas, 121 camas desocupadas y las salas de consulta externa, vacías.

En su cubículo con paredes aún sin decorar, una amable trabajadora social explica a la recién llegada el esquema de pago de consultas (330 pesos) y tratamiento, cuyo precio se valora según el estatus: si se cuenta con Seguro Social o Popular, si se tienen seguros privados o no se tiene seguridad social.

-¿Qué, éste no es un hospital público? -se le pregunta.

-Este hospital no es público ni es privado, es como las carreteras; lo construyó un inversionista privado que tiene que recuperar su inversión y que tiene a su cargo 25 de los servicios que aquí se dan -explica.

Los quirófanos y los cuartos para hospitalización están vacíos. Áreas enteras están cerradas. Algunas oficinas lucen aún en obra negra. Los médicos se entretienen en la computadora de su cubículo mientras esperan la llegada de pacientes. En el área exterior empleados de una compañía privada de limpieza hacen malabares para quitar la tierra a los modernos vidrios cubistas difíciles de limpiar. En el estacionamiento, en una caja de trái-ler acampan los técnicos que supervisan la terminación de la obra.

Cada pasillo, cada rincón, cada piso es custodiado por policías de la Agencia de Seguridad Estatal; uno de ellos calcula que son 75 los asignados a este hospital casi vacío.

Con la mitad del personal médico, técnico y de enfermería contratado, este centro de salud aún no trabaja a cabalidad pese a que fue inaugurado hace ocho meses por el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Ese 15 de septiembre, el último día de su gobierno, lo presumió como el último de sus 608 compromisos cumplidos y firmados ante notario.

Lo presentó en su gira de despedida, que más parecía un "maratón de obras", en la que el político entregaba inmuebles con secciones aún en obra negra, fusionaba compromisos al dos por uno en una misma entrega, realizaba mítines masivos de despedida, apurado por saltar al trampolín de la carrera presidencial.

El hospital de Zumpango, la promesa número 37 de las 608 que hizo, lo entregó incompleto, cuando apenas estaba concluida la primera de sus tres etapas (el área para quemados, 13 salas de consulta externa, laboratorio e imagenología) y en algunas partes estaba en obra negra: le faltaban dos pisos de hospitalización, los nueve quirófanos, 20 consultorios, la sección de cirugía ambulatoria y la...

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