Contrainforme: realpolitik pura y dura

AutorAgustín Basave

El eclecticismo de AMLO explica la heterogeneidad de su base social y la pluralidad de Morena. En el lopez-obradorismo coexisten desde marxistas más o menos ortodoxos y librepensadores ateos hasta empresarios que rondan el laissez faire y practicantes del cristianismo militante y hasta del esoterismo. De hecho, como he sostenido en este espacio, los interminables pleitos de las tribus morenistas se corresponden con las batallas que se libran en el fuero interno del propio AMLO, donde se enfrentan sus yos contradictorios. Pero es importante advertir que la realidad ha reducido la liza a dos bloques: el de los radicales y el de los moderados. Unos pugnan por agudizar contradicciones -con la inopinada ayuda de sus opositores de ultraderecha, por cierto- y por arrojar el "peso del águila" sobre la oposición para aplastarla, mientras otros rechazan polarizar más a la sociedad y piden una reconciliación.

La disputa parece haberse zanjado. Antes de la pandemia, a AMLO le bastaba su popularidad para prevalecer. Ya no. Por eso se ha radicalizado en dos sentidos: 1) recrudeció su beligerancia y amplió su arsenal ofensivo, y 2) profundizó su disociación de justicia y ley. Del primer caso sobran indicios. Al inicio de su gobierno usaba contra sus "adversarios" la fuerza de su liderazgo y las benditas redes sociales. Ahora, en una reformulación de la sentencia juarista -a los amigos gracia y a los enemigos desgracia-, les echa encima todo el poder de la institución presidencial, con el Sistema de Administración Tributaria, la Unidad de Inteligencia Financiera, la Fiscalía General -cuya autonomía es en los hechos relativa-, la Secretaría de la Función Pública y la Cancillería. Las auditorías y las averiguaciones a modo a empresarios y líderes partidistas non gratos, el combate selectivo a la corrupción con la denuncia de Lozoya como emblema, el proceso a García Luna, la sanción a Nexos, todo le sirve para debilitar a sus opositores de cara a las elecciones de 2021 y 2024 y a la revocación de mandato en 2022.

En el segundo caso se asoma una vieja noción que hermana a AMLO con los pocos pero influyentes abanderados de Marx en la 4T. Me refiero a su proclividad a desconfiar de la justicia institucional de un Estado percibido, a fin de cuentas, como garante de los intereses de la burguesía. Aunque para esos obradoristas el origen de la desconfianza pueda estar en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel y para él sea más...

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