CONTRACORRIENTE / ¿Un mundo multipolar sería un mundo feliz?

AutorFarid Kahhat

Por el contrario, autores como Robert Kagan argumentan que las diferencias en torno a la disyuntiva entre multilateralismo y unilateralismo son de grado y no de tipo dentro de la elite política norteamericana.

Sea como fuere, el hecho es que la propensión hacia el unilateralismo se convirtió en 2002 en política oficial de los Estados Unidos. Según reza el documento que ese año delineó su estrategia de seguridad nacional, "los Estados Unidos buscarán el apoyo de la comunidad internacional", añade, sin embargo, que "no dudaremos en actuar solos cuando lo consideremos necesario".

En otras palabras, el Gobierno de Estados Unidos estaba dispuesto a buscar la legitimidad (y los recursos) que brinda el apoyo de la comunidad internacional a través de sus instituciones (en particular el Consejo de Seguridad de la ONU). Pero, como en los casos de Kosovo (en donde intervino a través de la OTAN, pero sin la ONU), o el de la guerra en Iraq (en donde no lo apoyaron ni la ONU ni la OTAN, y tuvo que construir una coalición ad hoc), no estaba dispuesto a permitir que la ausencia de ese respaldo mediatizara el logro de sus objetivos.

Dado que la vigorosa proclividad hacia el unilateralismo de la administración Bush coincidió en el tiempo con lo que Charles Krauthammer denominó el "momento unipolar", diversos gobiernos propusieron en su momento la necesidad de contrapesar el poderío de los Estados Unidos reconstruyendo los cimientos de un orden multipolar.

Lo cual parece olvidar la inestabilidad y los constantes conflictos (entre otros, las dos Guerras Mundiales del siglo 20), que caracterizaron la distribución multipolar del poder que prevaleció hasta 1945. Un orden multipolar en el que sus potencias constitutivas ignorasen las normas más elementales de la coexistencia entre Estados no tendría por que ser preferible a un orden unipolar. La reciente conducta de Rusia en el Cáucaso es sólo un modesto anticipo de lo que cabría esperar en un orden así.

Lo opuesto al unilateralismo no es la multipolaridad, sino el multilateralismo. Y este supone que los Estados acepten las restricciones sobre su conducta exterior que imponen el derecho y las instituciones internacionales. Cosa que, contra el escepticismo habitual en estos menesteres, hace la gran mayoría de Estados durante la mayor parte del tiempo.

Los escépticos suelen señalar con un dedo acusador las ostensibles excepciones a la regla, pero el punto es que estas son noticia precisamente por su carácter...

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