El Consejo de la Judicatura Federal hace aguas

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas1-1
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El Mundo del Abogado / Agosto 2014
El Consejo de la Judicatura Federal hace aguas
Para nadie es ya un secreto: el Consejo de la Judica-
tura Federal está haciendo aguas. Lo dicen jueces y
magistrados, lo repiten académicos y litigantes y, a
últimas fechas, los medios de comunicación se han dado
cuenta.
Los pleitos entre sus integrantes, la arrogancia de
algunos de ellos y —sobre todo— la falta de rumbo, están
dando al traste con lo que, alguna vez se pensó, podría ser
el remedio para la desarticulación y la corrupción judicial
que tanto daño causaba —y causa— al país.
Confrontado con algunos de sus integrantes, el propio
presidente de la Suprema Corte y del Consejo de la Judi-
catura Federal, Juan Silva Meza, ha sido impotente para
lograr los consensos necesarios, así como para fijar las
metas y las prioridades de este órgano. La abierta oposi-
ción que Silva Meza enfrenta de los dos consejeros que
acaban de irse (Juan Carlos Cr uz Razo, que se volteaba de
espaldas en cada sesión, y César Jáuregui, que no se cansó
de repetir que no se sentía a gusto en sus funciones) sigue
dejando ver sus secuelas.
Ahí tenemos las sanciones que se aplican sin ton ni
son: se despide a un vigilante al que se le halló pornogra-
fía en su computadora, pero nadie dice nada respecto del
juez que ha dejado ir sin castigo alguno, una y otra vez, a
quienes violan la ley a la luz pública. Se traslada, sin expli-
cación, a un magistrado de la noche a la mañana —traslado
que, por añadidura, se notifica vía telefónica—, pero no
se toca al juzgador que ha dado repetidos motivos para
ser suspendido. Ante estos abusos, la Corte ha tenido que
intervenir, saltándose a los consejeros.
Para colmo, la corrupción ha llegado ya a la estructura
de este cuerpo colegiado. El escándalo de los casinos
es, apenas, la punta del iceberg. Algunos despachos de
abogados se jactan de tener amarrados a algunos jueces
y magistrados —y los hechos confirman su dicho— sin
que los eminentes consejeros pongan un alto al tráfico de
influencias.
Tanto es así, que el Congreso de la Unión intenta poner
un alto a este caos, ampliando el Consejo con dos nuevos
integrantes y removiendo, en la medida de lo posible, a
quienes pueden ser removidos. Pero el remedio puede
EDITORIAL
salir peor que la enfermedad, pues habría que ver quiénes
llegan y con qué consignas... Si los partidos políticos se
reparten una cuota, como ha venido sucediendo con otros
organismos de este corte, hay que temer que los produc-
tos de la corrupción también acaben distribuyéndose por
cuotas.
Ojalá que el próximo presidente de la Suprema Corte
—que será elegido al comenzar 2015— logre poner orden
en este campo de guerra.
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director

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