Conocer la naturaleza del virus para combatirlo mejor

Séptimo coronavirus

El virus que origina la infección por SARS-CoV-2 fue descubierto a finales de 2019 y se trata del séptimo coronavirus que afecta al ser humano: dos de ellos producen neumonía, que puede llevar a insuficiencia respiratoria y la muerte.

La conjunción de un nuevo virus, altamente contagioso, que se transmite de persona a persona -algunas que ignoran ser portadoras- en el mundo más comunicado de la historia constituyeron los elementos para que el brote inicial de Wuhan se volviera una pandemia de la cual han resultado más de 110 millones de personas infectadas y que ha causado la muerte de más de 2.5 millones de individuos.

El nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) es un virus respiratorio que se caracteriza por una estructura en cuya superficie sobresalen unas proteínas en forma de espiga, llamadas proteínas S. Esto le da una forma de corona a su estructura, lo que define a este grupo de virus.

El virus, compuesto de ácido ribonucleico (ARN), llega al aparato respiratorio y se une a las células que contienen un receptor llamado enzima convertidora de angiotensina (ECA). Una vez dentro de la célula, usa las estructuras celulares para producir nuevos virus, lo que se llama replicación viral.

Las manifestaciones clínicas dependerán de dos factores principales. La carga viral, es decir la cantidad de virus que resulte del contagio, y la respuesta inmune del individuo afectado. Si la carga viral es alta, como sucede en casos donde el portador y el nuevo infectado carecen de protección (mascarilla o cubrebocas), la resultante será un mayor número de células afectadas y, por ende, se requerirá que el sistema inmune logre contener la infección. El tratamiento de una enfermedad con un espectro tan grande de manifestaciones, que van desde el asinto-mático hasta la insuficiencia respiratoria grave y la muerte, ha sido difícil de determinar. En el grupo de pacientes asintomáticos, el uso de medicamentos o remedios puede dar sólo la falsa idea de beneficio. Algo similar sucede con las personas que presentan cuadros sintomáticos leves o moderados, situación que motiva al uso de medicamentos, remedios, sustancias que aparentemente cambian el curso de una enfermedad.

En la fase viral, los primeros días de la enfermedad, el uso de medicamentos contra el virus ha sido poco exitoso y sólo algunos fármacos han mostrado beneficio, como el remdesivir o el uso de anticuerpos monoclonales (bamlanivumab).

El tratamiento de la fase inflamatoria ha sido más claro. Los corticosesteroides, entre los que se encuentra la dexametasona, ha sido el esteroide más utilizado. Inhibidores de sustancias inflamatorias, como tocilizumab, también ha demostrado beneficio en casos severos de covid.

Está claro que el causado por la formación de trombos es una parte muy importante del daño orgánico de estos pacientes, por lo que la anticoagulación es fundamental para el éxito en el tratamiento de pacientes con infección severa por SARS-CoV-2.

La falta de oxígeno requiere del uso de diferentes aparatos para lograr que se mantenga un buen nivel de este gas en la sangre; para ello se usan desde puntas nasales...

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