El conflicto en la metrópolis de México
Autor | Felipe de Alba |
Páginas | 67-85 |
[67]
¿Cómo defi nir el confl icto en la metrópolis ? ¿Qué nuevas ideas, con-
ceptos y acercamientos han surgido en las últimas décadas? Quizá como
nunca el confl icto toma tantas caras polivalentes, multiformes y fragmen-
tarias; es un concepto que a la vez que comprende ciertas característi-
cas, es distinguido aquí como “estructurador de vínculos”. Actualmen-
te ha dejado de ser una expresión bipolar de la sociedad para refl ejar el
“todo” de la polivalencia metropolitana .
George Simmel, que buscaba analizar las “contradicciones posibles”
de lo social en su texto Der Streit (El confl icto ), sugería que éste era inhe-
rente a la vida social, es un “aspecto positivo” (en tanto “potenciador”)
del desarrollo de las sociedades (Simmel, 1998: 8). Con esta idea Simmel
los “monstruos” metropolitanos de la segunda mitad del siglo XX.
El autor parte de un punto de vista macroscópico para señalar las
tensiones sociales que atraviesan y estructuran las sociedades . Hay quienes
reconocen la pertinencia del ángulo positivista de Simmel por su pers-
pectiva de este concepto como una “fuente de regulación” (Laillement,
2001: 161) y que, en la actualidad, es además un punto de intersección
de fenómenos, uno diverso y multidireccional que, por su carácter frag-
mentario, construye (en tanto atraviesa) y constituye (en tanto estructura)
(Laillement, 2001: 166 y ss.).
Capítulo 2.
El conflicto en la metrópolis de México
“Las protestas por el agua en México, son proporcionalmente directas a su
recurrente escasez , a lo disparejo de su distribución , a lo difícil y complejo
que es llevarla a la mayoría de los centros urbanos y rurales [...]
El agua es objeto de innumerables disputas políticas: su control
es un objetivo del poder y es utilizada en uno u otro sentido,
para intentar favorecer carreras, proyectos, modelos”.
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ (Milenio, 14/02/2000).
68 EL AGUA EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE
a) Ejes de análisis del confl icto
El confl icto ha dejado de entenderse como un fenómeno “que divi-
de”, para convertirse en un fenómeno que “estructura”, que “cohe-
siona”, aun en el desacuerdo. El confl icto moderno situado (sin ser
fi jo) en el espacio político refi ere a un paradigma en cuestión, que
enfrenta a las ciencias sociales con nuevas discusiones que se articu-
lan en varios ejes, los cuales enseguida se defi nen.
En primer lugar, el confl icto como eje del cambio institucional va articu-
lado a la pérdida de la presencia estatal en la organización política . Si la llamada
“deslocalización” del Estado (Ward, 1998: 129 y ss.) fi gura como una
causa/consecuencia de la acentuación (y dispersión), ello hace suponer
que existen otras formas del mismo (y otras formas del Estado también).
Existe entonces un antes y un ahora en la manifestación del confl icto .
Es decir, antes estaba estructuralmente ligado al Estado y sus institucio-
nes (p. ej. el fenómeno mexicano del corporativismo), mientras que ahora
desborda el marco institucional estatal para “desfi gurarse” en expresio-
nes que tocan nuevos actores y nuevas articulaciones (p. ej. los nuevos
clientelismos partidarios del viejo PRI o de la izquierda), los clientelismos
de las ONG, o el rol de los intermediarios , o las formas emergentes de
inconformidad. Hablamos de nuevas “representaciones ciudadanas ”,
como ocurre desde hace algunos años (Troin, 2000: 152-153). Aquí
se dará sustento a la idea de que una nueva naturaleza del confl icto está en
gestación, discutiendo las principales “tramas” en la principal metrópolis
mexicana, como la problemática relacionada con la crisis hídrica (Rosas
y Ortega, 2012) .
Podría pensarse que el proceso de “descentralización ” —que en
México parece adquirir más bien características de “desconcentración”
de la metrópolis , hacia otras entidades federativas—, facilitaría la colabo-
ración intergubernamental . Por el contrario, según las evidencias, ésta ha
sido limitada por los intereses de grupo. Esta colaboración sigue “fi jada”
por el fenómeno de la “fragmentación ” política y ha llevado a absurdos
políticos, defi nidos por las “diferencias partidarias” entre los gobiernos
de la metrópolis (De Alba , 2002).
En segundo lugar, encontramos el eje de la transformación identitaria en
las formas de la contestación social. Si antes el confl icto ocurría a partir de una
clase, un grupo social o un grupo económicamente identifi cable, ahora
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba