La condición humana

AutorHannah Arendt
Páginas87-89
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BREVIARIO BIBLIOGRÁFICO
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LA CONDICIÓN HUMANA
HANNAH ARENDT
Paidós, Barcelona, colección Surcos. 2005.
Es doblemente gratificante dedicar al-
gunas líneas -siempre insuficientes- para
presentar a una mujer excepcional, a
la vez de recomendar ampliamente una
de sus obras egregias, en la cual com-
pila pensamientos profundos, claros y
contundentes que invitan a un ejerci-
cio similar: reflexionar. Lo que es
definitivo, es que el lector que acuda a
adentrarse en el pensamiento de
Hannah Arendt, sin importar sus hábi-
tos intelectuales, encontrará una fuente
de energía que es capaz de generar
hondos impulsos de reflexión, que se-
rán el germen de un fino placer fincado
en la avidez de un conocimiento acen-
drado de las cosas.
De origen judío, Hannah Arendt nació
en Alemania (1906) y como muchos de
sus compatriotas se vio obligada a huir
de su país durante la Segunda Guerra
Mundial, buscando refugio en Francia y
luego en Estados Unidos de América,
donde desarrolló una carrera como
docente hasta su muerte (1975). Sin
duda, este episodio de su vida tendría
eco en la constante reflexión que le
caracterizó y que demostraría en su
auténtica preocupación por la esencia
de la vida y la dignidad humana, con
obras como:
Orígenes del totalitarismo,
Eichmann en Jerusalén. Un estudio so-
bre la banalidad del mal, Rahel
Varnhagen: vida de una mujer judía,
y
por supuesto,
la condición humana.
Es precisamente a través de estas obras
donde muestra en todo su esplendor
la perfecta comprensión al respeto de
la dignidad humana, aunque tuviera
suficientes razones para emitir juicios
basados en la adversidad y en la sinra-
zón de ideologías nocivas. Por el
contrario, comprendió como nadie la
necesidad de juzgar los fenómenos en
su particularidad y evitar el estímulo de
juzgarlos de manera sesgada, apoyán-
dose en conceptos universales que
motivan a un discernimiento humano.
No obstante, la banalidad de los seres
humanos nunca dejó de intrigarle, re-
quiriendo desde su más profunda
convicción la búsqueda de salvaguardias
para la dignidad humana.
Nuestra autora es difícilmente
clasificable, lo que hace de su produc-
ción intelectual una invaluable y genuina
aportación sin puntos de comparación;
no es equiparable siquiera a los gran-
des pensadores que moldearon su
desarrollo formativo (Edmund Husserl,
Karl Jaspers, Martin Heidegger), si bien
la influencia de éstos y la filosofía de San
Agustín de Hipona es decisiva. Si nos

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