Condena histórica por los atentados de 2015. Abrazos, sonrisas y algunos llantos entre las víctimas

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Sobrevivientes del peor ataque terrorista sufrido por Francia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y familiares de los fallecidos se aprietan unos contra otros en largos bancos de madera. No cabe un alfiler en los espacios reservados a los abogados y a la prensa. Tiesos en sus jaulas de vidrio antibalas, 11 acusados, brazos cruzados y rostros herméticos, aguardan. Otros tres, que comparecen libres, intentan mantenerse erguidos... sin lograrlo del todo. Un espeso silencio envuelve la inmensa sala de audiencias.

Es el pasado 29 de junio, último día del juicio por los atentados que tres comandos del Estado Islámico cometieron el 13 de noviembre de 2015 afuera del Estadio de Francia, en una sala de conciertos y en terrazas de cafés y restaurantes parisinos, con saldo de 130 muertos y centenares de heridos.

Son las ocho y media de la noche.

Jean-Louis Périès, presidente de la Corte Penal Especial que juzga a 20 acusados -seis en ausencia-, implicados en distintos grados en estos crímenes, se apresta a leer el veredicto de la Corte.

La tensión es total.

Iniciado el 8 de septiembre de 2021, interrumpido por el covid-19 que afectó a varios de los acusados, suspendido durante las vacaciones de Navidad, Semana Santa y numerosos días feriados, este juicio único en los anales de la justicia gala se prolongó 10 meses.

Resuena la voz del presidente, con tono solemne: "Al final de 148 días de audiencia, durante los que se escucharon los testimonios de 415 demandantes, los alegatos de 189 abogados que los representan y de 30 abogados de la Corte...".

Périès desgrana los nombres de los acusados y las penas que la Corte dictaminó en su contra. El silencio es cada vez más compacto.

Diecinueve de los 20 inculpados son declarados culpables de pertenecer a "una asociación de malhechores con fines terroristas", pero sus condenas varían según su grado de responsabilidad en los atentados.

La Corte condena a reclusión perpetua irreductible -pena máxima prevista por el Código Penal francés y muy raramente dictada- a seis acusados, cinco de los cuales, supuestamente muertos en Siria o Irak, fueron juzgados en rebeldía (en ausencia).

El sexto es el franco-belga Salah Ab-deslam, único miembro todavía vivo de los comandos terroristas y cuyo hermano mayor, Brahim, activó su cinturón de explosivos en el último café atacado el 13 de noviembre de 2015.

También Bruselas

Abdeslam transportó en auto a los tres atacantes que se hicieron estallar en el Estadio de Francia. Luego, según contó durante su último interrogatorio, el pasado 13 de abril, se dirigió al distrito 18 de París con la misión de detonarse también en un café. No lo hizo. Abandonó el vehículo. Huyó en Metro. Se perdió en un suburbio. Echó su cinturón de explosivos en un contenedor de basura -éste fue encontrado casualmente 10 días después de los atentados- y acabó llamando por teléfono a un amigo que, junto con otro compañero, vino a rescatarlo en coche desde Bruselas y lo llevó a Bélgica la mañana del 14 de noviembre.

Durante la instrucción de su caso, Ab-deslam había alegado una deficiencia de su cinturón explosivo. El 13 de abril cambió la versión:

"Entré al...

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