Conaculta: Problema de fondo, el marco jurídico
Autor | Judith Amador Tello |
Caos, ésa es la palabra con la cual la socióloga Ishtar Cardona resume la percepción que trabajadores de la cultura, artistas e incluso el público tiene del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y que se ha acrecentado en los últimos meses.
A problemas de origen como la falta de un marco normativo, se sumó la indignación -hacia finales del año pasado- de prestadores de servicios que denunciaron atraso en los pagos por su trabajo o prestaciones ya realizados.
Luego se anunció, a principios de este año, un recorte presupuestal impuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Y recientemente se sumó el resultado de la Auditoría Superior de la Federación a la fiscalización de la cuenta de 2013, con diversas observaciones al organismo rector de la política cultural del Estado.
Para hablar de estos y otros añejos problemas, el pasado miércoles 4 de marzo, la Asamblea de la Comunidad Artística (ACA), nacida para protestar por la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y el asesinato de tres más, convocó a un encuentro de reflexión frente a las oficinas del Conacul-ta en Paseo de la Reforma. Se planearon cinco mesas:
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- ¿Una cultura o muchas culturas? ¿Qué tipo de institución cultural necesitamos?
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- Cultura, territorio y comunidad. ¿Cómo se relaciona la cultura con el entorno social y ambiental?
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- Cultura, mercado y economías posibles. ¿Cómo afecta la economía el quehacer artístico y cultural?
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- Diseño institucional y políticas culturales. ¿Cómo funciona el actual modelo de políticas culturales y a quiénes favorece?
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- Ley ciudadana de arte y cultura.
¿Qué tipo de legislación necesita el sector del arte?
Y emplazó a Emilio Chuayffet Chemor, secretario de Educación Pública (SEP); Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conacul-ta; las legisladoras Blanca Alcalá Ruiz, presidenta de la Comisión de Cultura en el Senado y Margarita Saldaña, presidenta de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados; y a Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura del gobierno de la Ciudad de México, quienes "manejan las políticas culturales en el país y la capital" a asistir al diálogo.
Los organizadores colocaron sendas silla con sus nombres y decidieron dejarlas vacías para evidenciar su ausencia. Suponían que nadie acudiría (varios acompañaron a Enrique Peña Nieto en su viaje a Gran Bretaña).
Sin embargo sorprendió que en punto de las diez de la mañana, hora de la cita, salieran al encuentro Antonio Cresta-ni, director general de Vinculación Cultural; Antonio Hernández Brito, coordinador nacional de Relaciones Laborales; Luis Cacho, director general Jurídico; y María Eugenia Araizaga, directora general de Administración, todos del Conaculta, para participar en el encuentro, y demandaron quitar el nombre de Tovar y de Teresa de las sillas vacías, pues -explicaron- ellos fueron en su representación.
Pidieron ciertas condiciones para acceder al diálogo, entre ellas que los ponentes no se extendieran más allá de diez minutos, que la sesión de preguntas y respuestas fuera en rondas con máximo cinco preguntas cada...
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