La complacencia del IFE

AutorCarlos Acosta Córdova

El domingo 1 de julio México elegirá a quien ocupará la residencia presidencial de Los Pinos en el sexenio 2012-2018. Casi 80 millones de ciudadanos tendrán la oportunidad de escoger entre los cuatro candidatos registrados por partidos o coaliciones -uno de ellos, figura decorativa-, en una jornada electoral con particularidades de las que Proceso se ocupa en esta edición:

El arbitro electoral, el IFE, ha mostrado ser un organismo complaciente, sin dientes, sin garras, sin uñas siquiera para impedir los abusos, la iniquidad y las violaciones a la ley en el curso de las campañas.

El partido en el gobierno, el PAN, con una desfalleciente candidata que no supo poner distancia entre su nebulosa propuesta de campaña y el lastre que el gobierno de Felipe Calderón significó y las corruptelas de su propio partido y su líder nacional. La torpeza del propio gobierno federal en el episodio del supuesto hijo del Chapo Guzmán acabó por enterrar virtualmente sus aspiraciones.

El partido que pretende regresar al poder, el PRI, con un candidato ostensible y documentadamente apoyado por Televisa, ha recurrido al más viejo estilo de la coacción, la compra de votos, el aparato electorero que lo caracterizó durante tanto tiempo, para culminar un proyecto de muchos años con la pantalla de la televisión como centro de su poder de atracción.

La izquierda, con un candidato que reincide, en un intento más por convertirse en una tercera opción viable pero con la propia carga de corrupción y clientelismo de muchos de los organismos que la integran y con el propósito de, ahora sí, disponer de representantes y observadores en todas las casillas para, en todo caso, impedir el fraude posible.

El contexto de la guerra de Calderón contra el crimen organizado, con decenas de miles de muertos y desaparecidos, sin éxito apreciable y con un remate imprevisible: la cacería brutal de generales del Ejército que participaron en ella por parte de la PGR.

Justo a una semana de la jornada electoral del próximo domingo 1 de julio, el Instituto Federal Electoral (IFE) no ha podido reducir el escepticismo de amplios sectores de la población en el sentido de que puedan garantizarse elecciones creíbles, justas y equitativas, con certeza en su legalidad y certidumbre en sus resultados.

Es decir, sigue permeando en millones de mexicanos el fantasma de la elección presidencial de 2006, de un IFE poco transparente y eficaz, presionado -doblegado inclusive- por el gobierno federal, los partidos políticos y los poderes fácticos, en particular por el duopolio televisivo.

No ha tenido, tampoco, capacidad para comunicar de manera efectiva y contundente a toda la sociedad los cambios que introdujo la reforma político-electoral de 2007-2008. Según el IFE, con estas modificaciones se hace difícil, al menos en teoría, una reedición del complejo de irregularidades e insuficiencias del proceso de 2006, las cuales llevaron a un conflicto poselectoral que puso en vilo al país.

Más aún, el instituto llega a la recta final del proceso acusado por el PRI de ser muy permisivo, por lo menos en lo que toca a la propaganda política y sobre todo a la "guerra sucia" a través de promocionales de radio y televisión, que han generado encono y división en la sociedad.

Carga también la autoridad electoral con el recurrente cuestionamiento del PRD -y de los otros dos partidos, PT y Movimiento Ciudadano, que también impulsan a Andrés Manuel López Obrador- sobre la poca aplicación del IFE para frenar el derroche de recursos económicos en las campañas y transparentar su origen, particularmente en el caso del priista Enrique Peña Nieto.

El PAN le reclama al IFE que no haya establecido, o no la haya difundido ampliamente, una acción conjunta con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (Fe-pade) de la PGR para reducir al mínimo la presencia de las viejas prácticas de compra y coacción del voto, para evitar las famosas "mareas rojas" mediante las cuales grupos de priistas movilizan y/o atemorizan a grupos de votantes, para que sufraguen en su favor.

En otros frentes, el IFE también es...

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