El comercio de la muerte

AutorOlga Pellicer

La posesión de armas convencionales -desde tanques, helicópteros y artillería pesada hasta armas más ligeras como fusiles de asalto o riñes- se asocia, tradi-cionalmente, con la capacidad de un Estado para defender su integridad territorial. Dicha posesión se considera legítima porque responde a la necesidad de estar listos para defender la seguridad nacional y cumplir responsabilidades internacionales, como mandar ejércitos bien equipados a Afganistán. Por ello, las armas se exhiben con orgullo en los desfiles militares y se fabrican como juguetes para los niños, a quienes les gusta imaginar que las tienen y las disparan. Al festejar la posesión de armas convencionales poco se toma en cuenta el hecho de que, al derredor del mundo, diariamente mueren 2 mil personas por el uso de las mismas.

Detrás de la imagen patriótica de armas para la defensa nacional hay otras situaciones que no permiten sentirse orgullosos. La producción de armas para venderlas a través del mundo, principalmente a países en desarrollo, es uno de los negocios más lucrativos existentes en la actualidad. La industria militar, asociada con diversas corporaciones, algunas de corte muy distinto como puede ser la industria del entretenimiento o la producción literaria, es una de las actividades que ofrece más ganancias a los países que la albergan.

Solamente en el año 2009, el valor de los acuerdos para la venta de armas alcanzó la cifra de 57.5 mil millones de dólares. Estados Unidos fue el principal proveedor, obteniendo 22 .6 mil millones de dólares (39.3% del total). En segundo lugar estuvo Rusia y en tercer lugar Francia; les siguen de cerca China y el Reino Unido. Son los cinco países que poseen armas nucleares y que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

En términos generales, el comercio internacional es una actividad regulada por normas que fijan cómo y cuándo se llevan a cabo ciertas transacciones. Esto se aplica para la mayoría de productos que participan en dicho comercio, desde bienes agrícolas hasta derechos de propiedad intelectual pasando por innumerables productos manufacturados. Sin embargo, cuando se trata de las armas no hay normas jurídicamente vinculantes. Desde hace mucho se habla de controlar su venta, de evitar armamentismos innecesarios, de impedir que lleguen a manos criminales. La verdad es que son muy pocos los aspectos relacionados con la venta de armas que están reglamentados internacio-nalmente. Existen algunos acuerdos...

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