Colosio se topó con Salinas: Jesús González Schmal

Tras sus célebres discursos, "el desenlace estaba marcado"

Señor director:

No es posible imaginar siquiera el grado de mezquindad y vileza que tuvo que haberse dado por quien decidió aprovechar el vigésimo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio para lucrar partidariamente con el proditorio crimen. Desde donde se le vea, aquí está el reinicio de la línea de matones en la política y el pernicioso ejemplo para incitar a la violencia a las nuevas generaciones con el imperio de "la ley del más fuerte".

No pocos han reaccionado a ello señalando que, al fin y al cabo, Colosio era uno de tantos priistas estándar y que, por su trágica muerte, se le quiere idolatrar para, como siempre, poner "sobre el muerto las coronas", cuando en vida no se le tuvo respeto ni a su propio derecho a vivir. Lo único cierto es que dentro de su partido nunca lo consideraron "como uno de tantos", capaz de acoplarse y someterse a la disciplina del sistema, subordinándose a sus antecesores. Por el contrario, Colosio les significaba un riesgo inminente de ruptura con la inercia abusiva y corrupta del poder, tal como lo dijo en el discurso del 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución.

Colosio nunca fue de la simpatía de Salinas: la distancia moral era abismal. En el segundo tercio del sexenio de De la Madrid, Salinas, entonces secretario de Programación y Presupuesto, quiso imponer en la Lili Legislatura (85-88) como presidente de la Comisión de Programación de la Cámara de Diputados a su incondicional Sócrates Rizzo. Fue justamente a él a quien el PRI registró como candidato por el XXXVIII Distrito Electoral del Distrito Federal, por el que a mi vez fui postulado por el PAN en la fórmula de mayoría relativa y, simultáneamente, como entonces era posible, por la vía plurinominal.

En el curso de la campaña Sócrates Rizzo incurrió en toda clase de excesos, acarreos e incluso inauguró obras públicas con la complicidad del delegado de Alvaro Obregón. El día de las elecciones sacó a votar por compañías, sin credencial de elector, a los cadetes de la Academia de Policía del Desierto de los Leones, llevándolos casilla por casilla a sufragar, con un simple escrito del director de la institución dirigido a los presidentes de las mismas, instruyéndolos para que recibieran el voto de los jóvenes, algunos de los cuales no tenían edad para sufragar.

Al impugnar la validez de dicha elección, y ya en mi calidad de diputado plurinominal, reconocido por la Comisión...

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