Colombianos asesinados en Córdoba, "eslabones" de una red de usura

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- Los cinco colombianos que el martes 17 aparecieron ejecutados en el estado mexicano de Veracruz eran el "eslabón más débil" de una organización criminal dedicada a una modalidad de usura conocida en Colombia como "gota a gota".

Se trata de créditos con altas tasas de interés que se pagan en abonos diarios y forman parte de las actividades delictivas de bandas implicadas también en el tráfico de drogas y la extorsión.

Este negocio ilegal, por el cual se obtienen réditos de hasta 20% mensual sobre el monto del préstamo, ha sido exportado por colombianos de Chile a México.

Según las investigaciones de la Policía Nacional (PNC) y la Fiscalía de Colombia, quienes aparecieron muertos en una fosa en un rancho de Veracruz fueron reclu-tados este año como "cobradores de una banda delincuencial dedicada al 'gota a gota'" en el centroccidental departamento de Risaralda.

"Es una banda con ramificaciones en México, Centroamérica y Ecuador. Esa gente les ofrece trabajo a muchachos en Pereira (capital de Risaralda) y los manda al extranjero", dicen a Proceso las fuentes policiacas consultadas.

Carlos Arturo Marulanda Orozco, uno de los ejecutados, viajó hace cuatro meses de Pereira a México luego de trabajar en una pizzería en Panamá. Como los otros ejecutados, era la primera vez que se empleaba como "cobrador" de los créditos "gota a gota".

"Lo hizo por necesidad, porque aquí no hay trabajo, y allá no es que estuviera ganando mucho dinero, pero me mandaba lo necesario para los gastos mensuales", dice su viuda, Marcela Valencia.

Carlos Arturo, de 29 años, se estableció en Córdoba, Veracruz, junto con Jorge Armando Muñoz Hincapié, Francisco Javier Agudelo Gómez y Carlos Andrés Mejía Contreras, quienes habían llegado a México tres meses antes. Todos ellos, que se conocían desde Pereira, vivían en esa ciudad en una casa en la avenida Ferrocarril con Calle 4.

Las investigaciones de la PNC y de la Fiscalía de Colombia indican que en Córdoba trabajaban a las órdenes de un "supervisor", también colombiano, que vivía con su esposa en una casa cercana a la de sus compatriotas.

El "supervisor", cuya identidad se mantiene en reserva, era quien les daba el dinero para hacer los préstamos a pequeños comerciantes, amas de casa y familias modestas con apremios económicos. Éste, a su vez, le rendía cuentas en México a un delegado de la banda criminal que maneja el negocio en Pereira, aunque "los patrones-patrones" están en Colombia.

"Los ejecutados eran personas...

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