Colima, un estado con miedo y arrinconado

AutorPedro Zamora Briseño

COLIMA, COL- A sus 10 años, cumplidos el 6 de diciembre anterior, Irma Jazmín Isaisa Arroyo contaba ya con una meta: varias veces le había dicho a su mamá que de grande quería ser enfermera. "Pues échale ganas al estudio para que puedas recibirte", le recomendaba la señora Irma Arroyo Villa a su hija, quien cursaba el tercer grado de primaria en la escuela Benito Juárez, ubicada a tres cuadras de su vivienda, en la colonia San Isidro de la ciudad deTecomán.

Pero el sueño terminó para la niña el domingo 27 de enero pasado, cuando salió por la mañana a comprar tortillas y ya no regresó. Tras una búsqueda infructuosa por la colonia, Irma Arroyo y esposo, Jorge Hernández Ramírez, denunciaron la desaparición de la menor ante la mesa tres del Ministerio Público de la localidad, donde al final de la diligencia se les informó que ese día serían visitados en su domicilio por los agentes comisionados para la investigación del caso.

Los familiares continuaron indagando por su cuenta, en tanto que los policías no acudieron. Al día siguiente, la madre y Flor del Carmen Hernández Fuentes, prima de Irma Jazmín, fueron de nuevo a las oficinas del Ministerio Público a preguntar por los avances de las investigaciones, pero en lugar de informarles, una asistente les pidió repetir algunos datos que ya habían proporcionado la víspera y conjeturó: "A lo mejor se fue con el novio".

La niña fue encontrada muerta la tarde de ese lunes 28 en una huerta de limón. Tenía el cuerpo parcialmente quemado, con huellas de violación y un corte en la garganta. Su padrastro pudo identificarla en la morgue debido a que un día antes una de sus hermanas le había pintado las uñas de las manos y de los pies.

Ocho días después, cerca de la medianoche del martes 5 de febrero, el sacerdote católico José Flores Preciado, de 83 años, fue encontrado por dos seminaristas malherido en el interior del templo dedicado a Cristo Rey, en la colonia Placetas de la ciudad de Colima.

Como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza y en el rostro, el religioso falleció horas más tarde, mientras recibía atención médica en el Hospital Regional Universitario.

A más de 50 años de su ordenación sacerdotal, Flores Preciado estaba a punto de retirarse de sus funciones como profesor de latín en el Seminario Mayor de Colima, aunque continuaba oficiando misa en el templo a su cargo y era confesor en la catedral.

Sus restos fueron velados en el templo de San José, donde antes del sepelio el obispo José Luis Amezcua Melgoza ofició una misa de cuerpo presente, a la que asistió la titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), Yolanda Verduzco Guzmán.

El 17 de febrero, la funcionaría anunció la detención de cuatro presuntos responsables del asesinato de la niña, quienes según la versión oficial son miembros de un cártel del narcotráfico y atacaron a la menor al confundirla con la hija de uno de sus rivales en la venta de drogas.

Ese mismo día se dio a conocer también la detención del presunto asesino del sacerdote, que de acuerdo con la PGJE es un adicto que agredió al cura a golpes porque en vez de darle dinero le ofreció comida.

Estos dos homicidios despertaron el...

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