La rebelión de la clase media

AutorPablo Giuliano

SAO PAULO.- "¿Y a mí por qué me miran, si nadie se queja de la economía?", les preguntó a los legisladores durante una interpelación en el Congreso el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, a quien la revista inglesa The Economist le sugiere renunciar.

Hace 10 años el Fondo Monetario Internacional dudaba de que una fuerza izquierdista como el Partido de los Trabajadores pudiera cumplir el compromiso hecho por Lula da Silva en la Carta al pueblo brasileño de mantener las metas de superávit fiscal, controlar la inflación mediante la tasa de interés de referencia y mantener el dólar flotante, tres herencias de los años de la li-beralización que le reclamaban los mercados. Y en el fondo de la cuestión estaba el crecimiento económico, activar el consumo interno, luchar contra el hambre y generar empleos.

Y la ola de protestas que inunda Brasil estos días no ha mostrado carteles que digan "fuera el FMI", "basta de hambre" o "empleo ya".

El consenso es que la antigua y la nueva clase media han dicho basta a pagar mucho por servicios deficientes, una suerte de actualización de un software que ha quedado lento para la velocidad de la segunda década del siglo XXI.

La presidenta Dilma Rousseff ha privati-zado los aeropuertos de Brasilia, Sao Paulo y Campiñas, las líneas ferroviarias, lanzó un plan de exención impositiva a la industria y a los servicios por unos 50 mil millones de dólares y le rebajó impuestos a la industria automotriz.

No ha sido suficiente para crecer.

El país creció a un promedio de 3% en la última década. En 2010, último año de gobierno de Lula, esquivando la crisis mundial creció 7.5%. Con Rousseff el crecimiento se fue barranca abajo en 2011 con 2.7% y 0.9% en 2012, incluso después de haber bajado a la mitad -7% anual- la tasa de interés de referencia, lo que supondría una mayor vitalidad para la actividad productiva.

"Veranito brasileño"

Para Mantega "es normal que la gente se manifieste por deficientes servicios en las ciudades. La clase media aumentó en los últimos años y tiene mejores condiciones de vida. Son 40 millones de personas que quieren mejor servicio de transporte, salud, educación y seguridad. Es diferente a Grecia y a España, donde se reclaman salarios y empleos".

Pero los economistas ortodoxos ven a Brasil como un país que ha dejado de ser atractivo tras la caída de las tasas de interés.

"Se ha terminado el veranito brasileño. Se ha debilitado parte de la confianza del inversor internacional en Brasil"...

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