Ciudadanía y derecho a la representación en la génesis del Derecho Constitucional Iberoamericano
| Autor | Mtro. Francisco Meza García |
| Páginas | 43-46 |
43
THEMIS | CONVOCATORIA: SAN LUIS POTOSÍ, CUNA DEL DERECHO DE AMPARO
Ciudadanía y derecho a la
representación en la génesis del
Derecho Constitucional
Iberoamericano
Al leer la sentencia de fecha 13 de
agosto de 1849, misma con la que se
inaugura propiamente el Derecho de
Amparo dentro de nuestro constitu-
cionalismo nacional es interesante
observar que una de las primeras con-
sideraciones del Juez Pedro Samano
es resaltar la “obligación de amparar
a cualquier ciudadano contra los ata-
ques violentos, ya sea de los Supremos
Poderes de la Nación, ya de los esta-
dos…”, las palabras emitidas por el Juez
Samano cobran especial relevancia al
reexionar sobre su contexto, dentro
del azaroso devenir del constitucio-
nalismo decimonónico, ya que en ese
sencillo pronunciamiento podemos
advertir la consecución de un anhelo
perseguido por la primera generación
de constitucionalistas liberales, el reco-
nocimiento pleno de la ciudadanía y,
sobre todo, la prevalencia de un dere-
cho que sirviera de dique a las arrolla-
doras pretensiones absolutistas de los
poderes gubernamentales.
El presente trabajo pretende, de ma-
nera breve, reexionar sobre el origen
del concepto de ciudadanía en Hispa-
noamérica, introducido por primera vez
en nuestro país gracias a la Constitución
Mtro. Francisco Meza García.
esgrimido sus propias instituciones
jurídicas para limitar los excesos de
quien detentaba la soberanía en su
nombre, el monarca. Rastrear dichos
orígenes nos permite llevar a cabo
una revaloración del origen propio
de nuestro constitucionalismo, ajeno
a modelos europeos o de los Estados
Unidos, lo que a su vez nos permite ver
la luz a comprender como una de las
instituciones más importantes en de-
fensa del nacional y ciudadano, como
el Amparo, surge precisamente dentro
de nuestro Derecho mexicano.
La crisis de la monarquía hispáni-
ca y el debate en torno a la sobera-
nía, su ejercicio y representación
La invasión de las tropas napoleónicas
a la península ibérica en 1808 marcaría
un punto de inexión en la historia de
la América Hispánica, el derrocamiento
de la dinastía borbónica y el inicio de
una cruenta guerra de independencia.
En 1812 los primeros representantes de
la recién reconocida ciudadanía pro-
mulgan la Constitución de Cádiz como
símbolo de un pacto que parece impo-
sible, el de tradiciones de siglos de mo-
narquía con el establecimiento de un
Introducción
española de 1812, y sobre todo en el
impacto de la idea de ciudadanía den-
tro de una sociedad arraigada a una
tradición monárquica pero también
corporativista, en el que la lucha con-
tra los abusos del poder contenían una
signicación muy diferente que en la
sentencia de agosto de 1849. Contra-
rio a lo que comúnmente se ha creido,
la lucha de los liberales hispanoameri-
canos por la ciudadanía y el derecho
a la representación, tenía poco de la
inuencia de las revoluciones atlánti-
cas si lo comparamos al legado de los
propios pueblos ibéricos y americanos,
pueblos que tradicionalmente habían
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