La ciberciudad. Una visión de lo social y lo urbano desde la cibernética, la sistémica y la comunicología

AutorLuis Jesús Galindo Cáceres
CargoDoctor en ciencias sociales, maestro en lingüística y licenciado en comunicación. Coordinador del doctorado en comunicación de la Universidad Veracruzana. Página web: «www.geocities.com/arewara/arewara.htm»
Páginas149-172

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Presentación

Desde que llegó internet a nuestra vida las cosas han ido variando, cambiando, apareciendo y desapareciendo. Parece que fue ayer, a menos de una generación de distancia. En ciertos momentos es difícil recordar cómo era la vida antes de este fenómeno tecnológico y social. Por una parte, un sector social ha modificado sus rutinas, sus percepciones, sus visiones del tiempo y del espacio, en forma tal que aún no tenemos una idea cabal de lo que está sucediendo. Y por otra, todo sigue igual, pero distinto, grandes áreas del mundo social parecen todavía impermeables a la innovación y sus efectos. La información no es escasa, pero tampoco Año 1, número 2, junio, 2005, pp. 149-172

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es clara y completa. Todo está pasando tan rápido que una visión momentánea con cierta precisión desaparece debajo de nuevos acontecimientos.

La ciencia está detrás en muchos aspectos. Si por una parte ella ha sido la que ha promovido la agitación, lo que la vida comercial y cultural ha hecho rebasa la imaginación y lo previsto. El conocimiento del mundo social se ha oscurecido, y se va haciendo costumbre que las acciones sociales sean en buena parte incomprensibles. Es una nueva era para el conocimiento. La vida se mueve a una velocidad y con tal capacidad de reconfiguración, que parece inútil, y sobre todo anacrónico, ensayar una visión total con la misma certidumbre con que se podía aspirar en el pasado reciente. Claro, no todo es así. Pero algo pasa que nos supera en posibilidades de organización intelectual, y el reto es moverse al mismo ritmo para no perder el paso. Internet y las nuevas tecnologías de información y comunicación trajeron algo que se parece a lo anterior, pero que envuelve elementos de configuración de algo nuevo que requiere por lo menos ser nombrado, percibido.

La cibercultura Primero la base del espacio conceptual

Como antecedente para nombrar algo de lo que está sucediendo con la emergencia social en el ciberespacio es necesario algo de exploración conceptual. Ante los nuevos fenómenos habrá que formular nuevos elementos para nombrarlos y entenderlos, y con ello ampliamos el espacio dentro del cual nombramos y entendemos lo que sucede en la vida social. El centro de esta exploración será el concepto de cibercultura.

La cibercultura como noción aparece en nuestro medio con una connotación clara asociada con las computadoras y otros aparatos que expresan en la vida cotidiana a la vida digital. La palabra cultura con su sentido genérico de campo de desarrollo de alguna actividad humana se asocia al prefijo ciber, de lo cibernético, las computadoras en sentido común, y de ahí resulta el campo de desarrollo de actividades relacionadas con el mundo de las computadoras. Esto ha sido suficiente para posicionar la palabra. Y el efecto ha sido dual, por una parte ha precisado y puntualizado algo nuevo en emergencia dándole especificidad, y por

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otra parte ha cerrado la comprensión a lo complejo de las implicaciones de las nuevas situaciones. La noticia general es que algo nuevo está pasando, ya tiene nombre, y podemos continuar la vida con palabras nuevas y la tranquilidad de que no hay algo extraño y misterioso, sólo nuevo, y es cosa de acostumbrarse y punto.

Pero sí hay algo detrás, algo que sigue su evolución, su propio trayecto, y podemos saber más sobre él o sólo recibir las consecuencias de su crecimiento. La palabra cibercultura tiene una cualidad que podemos aprovechar para indagar y comprender. Es una palabra que ya existe, que se abre paso entre los neologismos del lenguaje ordinario. Es en cierto sentido un puente para comunicar conocimiento. Si cargamos de información y sentido a la palabra y la promovemos entre las redes sociales, ellas pueden empoderarse con ese plus. Ese es el reto y la posibilidad. Así que cibercultura no sólo es computadoras, también es una potencial visión enriquecida de la vida contemporánea y su desarrollo. Y de esto se trata el programa donde se inscribe este texto.

Cibercultura es una palabra compuesta, el prefijo ciber nos conecta con el espacio conceptual de la cibernética; y el complemento cultura, con una noción que nos vincula a una visión de lo humano y sus creaciones. Así que el primer paso será reconstruir las raíces de sus componentes y proyectar desde ahí las posibilidades del espacio conceptual desplegado. Si el juego conceptual es unir al mundo de connotaciones que la propuesta cibernética propone, junto con todo aquello que la palabra cultura construye, el resultado puede ser un concepto muy potente tanto para percibir como para actuar.

El mundo de la cibernética nace de la observación sobre las similitudes entre el comportamiento animal y el de una máquina, desde una perspectiva matemática que permite construir esquemas de asociación entre dos situaciones a partir del flujo de información entre ellas. El punto es que ese orden en la composición y la organización de una entidad se enriquece cuando se mira dicha entidad como parte de un juego de relaciones con otras entidades dentro de un sistema de relaciones entre todas ellas. El programa cibernético es poderoso, y se ha desarrollado en los últimos cincuenta años en diversos campos, incluido el de las computadoras, además de diversas áreas de perspectiva sobre lo social, como las terapias y la construcción de redes.

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Después de los cincuenta, la cibernética tuvo un segundo aire dos décadas más tarde; a partir de los setenta se ha manifestado un interés particular en el mundo de estudios de la vida social. Y desarrollándose dentro un frente mayor donde se incluye el constructivismo y las ciencias cognitivas, se ha difundido con la imagen de cibernética de segundo orden, cuando la perspectiva de lo reflexivo se incluye en su programa. El enfoque sistémico se ha ido convirtiendo en un nuevo paradigma de construcción de conocimiento, y en contacto con visiones ecológicas y dialógicas se ha configurado como un eje de desarrollo de pensamiento social. Los sistemas sociales pueden comprenderse, pero además pueden autocomprenderse y automodificarse, gracias a la interacción con otros sistemas sociales y no sociales, en esto consiste el segundo orden. El prefijo ciber adquiere de esta manera una connotación asociada con las computadoras, pero mucho más rica y poderosa. Se trata del punto de vista que permitió la invención de las computadoras, y que puede promover la invención, la construcción, de casi todo, a partir de mirar cualquier cosa que existe bajo su punto de vista.

Si la cibernética se conecta con la palabra cultura, las consecuencias son inmediatas. La visión de la cultura como un cuerpo de prácticas y objetos que trazan el perfil y contenido de un grupo social, se mueve hacia una dimensión dinámica de los flujos de información que permiten y posibilitan esos cuerpos de representaciones, además de configurar ese nuevo esquema como un sistema de asociaciones en interacción con otros sistemas de asociaciones. Y si a eso le agregamos la dimensión de segundo orden, lo que tenemos es una configuración de prácticas y objetos percibidos como un sistema de información en conexión con otros sistemas de información, dentro de una configuración de sistemas de comunicación que tienen la cualidad de la reflexividad, es decir, de la modificación a partir de la representación de lo que sucede para decidir si su movimiento continúa igual o es alterado en forma parcial o radical, lo que modifica de inmediato a la red de relaciones involucradas. Entonces la cultura es una configuración sistémica de segundo orden, una cibercultura, que involucra al observador y la actividad analítica y creativa. Y esta es una visión distinta de otras visiones de la cultura.

Para los programas antropológicos sobre la cultura, esta visión permite ajustes, cambios, desarrollos. También habrá antropologías que

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rechacen la visión, y otras que se modifiquen casi por completo para adquirir esta visión sistémica y cibernética. El punto aquí es sólo subrayar que la perspectiva ciber está en juego y es poderosa, desde ahí se pueden ver y hacer muchas cosas.

La cibercultura es entonces una configuración perceptiva desde y dentro de lo social construida desde la cibernética y la sistémica. El contacto de estas dos perspectivas se complementa con otras visiones emergentes, como la memética, las ciencias cognitivas, la complejidad y el caos, y la comunicología. Desde la comunicología, la cibercultura es una dimensión de la relación social con la cual podemos observar y auto-observar el fenómeno de la puesta en común de sistemas de información a partir de configuraciones del sistema de comunicación que nos pone en contacto e interacción con la posibilidad de segundo orden de intervenir y modificar tanto los sistemas de información como el sistema de comunicación. Esta configuración de la cibercultura, en comunicología, parte de la dimensión más compleja de la comunicación, la estructuración de relaciones entre sistemas de información y comunicación.

Esta estructuración puede darse en cinco niveles de composición de la relación social desde el punto de vista de la comunicación:

  1. El contacto. Para que pueda existir una relación humana, lo primero que se necesita es la posibilidad de que la haya, es decir el contacto entre los separados, los diferentes, los distantes, los distintos.

  2. La interacción. Para que la puesta en común sea posible, lo segundo que hace falta es el intercambio de acciones de información, de mundos significantes y significativos...

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