El chico de vecindario latino

AutorGustavo Martínez Contreras

NUEVA YORK.- El pollo de la familia Rahami en Elizabeth, Nueva Jersey, era tan americano como la clientela que lo compraba.

"No hubo nadie en este vecindario que no comiera alguna vez de su pollo frito", dice Steven Ross, joven de origen colombiano que vive a dos casas del First American Fried Chicken, restaurante del padre de Ahmad Khan Rahami, el presunto responsable de plantar las bombas que dejaron varios heridos en Nueva York y Nueva Jersey el sábado 17.

"Por eso me da escalofríos pensar que alguien que vive a dos casas de la mía, alguien que estuvo tan cerca de mí y de mi hermanita esté acusado de ser un terrorista", añade Ross.

Aunque la ciudad de Elizabeth está llena de barrios duros, este sector es diferente. La vida es tranquila y próspera en los alrededores de la avenida Elmora, que se adorna con letreros en español de los negocios que sirven a este barrio predominantemente latino.

Por eso esta comunidad despertó asombrada cuando el FBI desató la más grande cacería humana desde el bombazo de la maratón de Boston, hace tres años, para atrapar al muchacho afable que despachaba la comida en el negocio de su papá y que alguna vez soñó con tener un auto poderoso y veloz.

"Él hablaba de tener un carro, de arreglarlo y correrlo. Eso le ilusionaba mucho. Me lo contaba cuando venía a la casa a jugar con mis hijos", dijo Dixie Vélez, cuyos hijos se graduaron en la misma preparatoria que Rahami. "Por eso no me esperaba una cosa como ésta. Uno no sabe lo que está en la cabeza de otra persona, pero él nunca pareció un muchacho extraño. Su papá lo educó bien como para que él hiciera algo así."

La calma no volverá pronto al vecindario de Elmora Avenue. La cortina del restaurante de los Rahami está cerrada; una cinta amarilla de la policía acordona la acera frente al lugar, mientras dos camionetas negras del Departamento de Justicia y una más de la policía de Elizabeth vigilan la casa.

Los medios, en su mayoría televisoras, han tomado las banquetas aledañas para instalar cámaras y luces en espera de cualquier noticia de última hora.

Pero en estos casos la información cae a cuenta gotas y cualquier movimiento en la zona es excusa para movilizar a la tropa de inquietos periodistas. Así ocurrió la tarde del martes 18 cuando Nasim, el hermano menor de Rahami, salió acompañado de un alguacil federal a comprar galletas a la tienda de la esquina.

Aunque logró entrar al local con cierta calma, apenas salió de él los camarógrafos, fotógrafos y reporteros...

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