Velada con Chéjov “Freeze!, una conversación con Schwarzenegger”

AutorLa Redacción

El experimento no es original: comenzó en Estados Unidos. Resulta una paradoja teatralizar narraciones del gran dramaturgo, pero también constituye un mínimo homenaje permanente a uno de los pocos escritores que podemos llamar, con una palabra ya en desuso, de verdad universales.

Freeze!, una conversación con Schwarzenegger parte del cuento Desgracia, en que un cochero al que nadie quiere oír termina por contarle a su caballo la historia de la muerte de su hijo. (JEP)

México DF, marzo de 2011. Medianoche… Una antigua tienda de ultramarinos enrejada con dos ventanillas por las que DON MARTÍN despacha cervezas, vinos y licores y recibe el pago. A su lado el AYUDANTE que le acerca las mercancías se divierte con juegos de guerra en su play station. Al fondo, en penumbra, sentado en un banco y vestido de comando, un ARNOLD SCHWARZENEGGER de hulespuma tiene en brazos un AK-47. Mediante un botón DON MARTÍN controla la visibilidad de SCHWARZENEGGER según sea peligroso o no quien se acerque a la tienda. UN CLIENTE recibe su pedido.

DON MARTÍN: Aquí tiene: dos botellas de ron y una bolsa de papas… Su cambio.

CLIENTE: Gracias.

DON MARTÍN: Qué tiempo ¿no? Primero el frío y luego lluvia toda la noche.

CLIENTE: Sí, ¿verdad? Bueno, hasta luego.

DON MARTÍN: Que le vaya bien. Gracias por su compra.

(Sentado en el banco, cierra los ojos, cabecea. Llega EL HOMBRE DEL IMPERMEABLE. Ve a don Martín. Se indigna. Patea el suelo. Golpea la reja con la palma de la mano.)

HOMBRE DEL IMPERMEABLE: Oiga, despierte. Atiéndame, con un carajo. Tengo prisa.

DON MARTÍN: Perdón, señor. ¿Qué le servimos?

HOMBRE: ¿Servir? Usted es de esos que no sirven, por eso sirven. No hay nada abierto en este pinche barrio y en el único lugar encuentro a un tipo dormido. ¡No se vale!

DON MARTÍN: Discúlpeme, por favor.

HOMBRE: Voy a quejarme con el dueño.

DON MARTÍN: Señor, le ruego… A mi edad no me darían trabajo en ningún otro lado.

HOMBRE: Eso no es asunto mío. Uno paga por un servicio y usted, en vez de atender a la clientela, se duerme en horas hábiles.

DON MARTÍN: Señor, estoy muy mal. Mi hijo acaba de morir… Lo mataron… No sabe usted qué tragedia.

HOMBRE: A mí qué me importa. Si quiere confesarse vaya a la iglesia.

DON MARTÍN: Perdone usted, señor: ¿Qué le servimos?

HOMBRE: Déme un Oso Negro y un six pack de agua quina. Rápido.

(EL AYUDANTE surte el pedido, se lo entrega a DON MARTÍN y vuelve a jugar con su Nintendo. EL HOMBRE revisa la botella.)

HOMBRE: La tapa. Mire cómo está la...

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