La Charrería, símbolo de nuestra mexicanidad, Primera Parte

AutorSergio Tayabas Contreras
Páginas41-44
41
THEMIS | LEYES RIDÍCULAS
CULTURA
La Charrería, símbolo de
nuestra mexicanidad. Primera parte.
Sergio Tayabas Contreras.
Al hablar sobre la charrería se des-
prende una grandísima rama de los
antecedentes de la historia mexicana,
porque el tema nos remonta al anti-
guo y tradicional México, en el cual
hemos dejado innidad de costum-
bres, modales, valores, formas de vivir,
vestimentas, tradiciones y demás cosas
que distinguieron a los mexicanos en
la antigüedad y que con el transcurso
de los siglos desgraciadamente fueron
perdiendo valor y utilidad.
Trataremos un tema de lleno, el del
Deporte Nacional por Excelencia, ha-
blaremos de sus orígenes, su evolu-
ción histórica y actual, así como tam-
bién de las suertes que comprenden
este Deporte Nacional Mexicano y en
que consiste cada una de ellas. Este
articulo decidí publicarlo haciendo re-
ferencia a la mexicanidad de nuestros
país, de nuestra gente y por una parte
a las costumbres y tradiciones que se
han ido perdiendo y se desconocen
en la actualidad.
Desde una perspectiva, histórica, la -
gura del charro mexicano, se remonta a
la época del virreinato, cuando se origi-
naron las haciendas de economía mix-
ta, agrícola-ganadera, conocidas como
estancias o ranchos.
Sin embargo el primer contacto de los
pobladores indígenas de América con
el caballo, animal de cuatro largas patas,
empleado como medio de transporte,
se remonta a la época de la conquista.
En 1519, Hernán Cortés originario de
Extremadura, España, zarpó con su o-
ta, proveniente de Cuba decidido a em-
prender la conquista de México. Lle-
vaba bajo sus órdenes menos de 700
hombres entre marinería y soldados.
Cuando la expedición llegó a México
en abril, las tribus del litoral, sometidas
a los aztecas, acogieron a Cortés como
libertador, identicándolo como Quet-
zalcoatl, el dios rubio, de piel clara y
ojos azules, que según la leyenda ha-
bía de regresar en su ayuda, proceden-
te del mar. Al desembarcar, los con-
quistadores españoles traían consigo
14 caballos a quienes los habitantes
indígenas confundieron como caballo
y jinete en un solo ser. Fueron toma-
dos por monstruos, ya que los indíge-
nas no conocían semejante animal.
Las armaduras, los cañones y los fusi-
les contribuyeron a la convicción de
que Cortés y sus hombres eran seres
superiores, declarándose la población
indígena en sumisión. Con las huestes
del extremeño llegaron caballos que
en Tabasco hicieron por primera vez
su aparición bélica con ‘pretales y cas-
cabeles’, mostrando el arte de montar
a los aborígenes.
Bernal Díaz del Castillo, conquistador y
hombre de campo, entendido en equi-
nos, supo relacionarlos con los nom-
bres de sus dueños.
“Un caballo zaino, una yegua alaza-
na muy buena, de juego y de carrera;

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