Cervantino: Faustino Díaz y las bandas de viento

AutorVerónica Espinosa

GUANAJUATO, GTO.- La raíz musical y su familia podrían ser lo único a lo que el trombonista oaxaqueño Faustino Díaz Méndez -originario de San Lorenzo Cacaotepec- se sienta arraigado. Porque su camino, libre y a su propio ritmo, lo ha llevado hasta las puertas de la Ópera de Zurich, a la que se acaba de incorporar.

"Siempre he estado anclado a la música regional oaxaqueña, y a partir de eso he podido hacer todo."

Y ese recorrido lo trajo al Festival Internacional Cervantino (FIC) donde por primera vez fue solista, pero no de una orquesta sinfónica, sino de las bandas de viento de Guanajuato y Morelos, el estado invitado de honor.

Las bandas de viento infantiles y juveniles tienen una presentación consagrada en la explanada de la Alhóndiga en el FIC desde hace varios años. En esta ocasión, contaron con uno de los mejores trombonistas del mundo, reconocido así incluso en las máximas competencias internacionales especializadas como la Jeju Brass Competition en Corea del Sur, que Díaz Méndez ganó en agosto del 2013.

Fueron los integrantes de las bandas gua-najuatenses-no la organización del Cervantino-quienes invitaron al trombonista a participar en el programa de la explanada de la Alhóndiga, el lunes 12. En él se estrenó además una fantasía para banda que compuso también a petición expresa de sus anfitriones.

Entre aeropuerto y aeropuerto, vía chat, el trombonista egresado del Conservatorio Nacional de México, de Holanda y recientemente de la maestría en interpretación del Conservatorio de Lausanne, Suiza, contó a Proceso -previamente a su viaje a Guanajuato- del recorrido que ha hecho desde niño, resistente, terco y rebelde, para verse hoy ante un promisorio panorama, para el cual ha contribuido, aseguró, el hecho de que se ha mantenido "lo más lejos posible del mal funcionamiento de los malos gobiernos".

-¿Cómo conoció a las bandas con las que va a participar en este concierto en el Cervantino?

-El año pasado fui a dar un curso de dos semanas a estas bandas, a Chamácuaro.

Llegué a dar el curso, estaban todos los metales de la banda y estaban muy extrañados cuando llegué. El maestro Aníbal me presentó y los noté muy distantes, hasta que sonó el celular de uno de los chicos y era un son sinaloense. En ese momento dije: 'ese son está bonito, pero hay unos que me gustan más', y les dije cuáles. Y tocamos unos sones y los chavos se pusieron muy contentos, dijeron: este es de los nuestros. A partir de ese momento no se callaron nunca, comenzaron a...

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