La célula que murió en Madrid

AutorAlejandro Gutiérrez

MADRID.- El pasado 15 de junio la Comisaría General de Información de la Policía Nacional desmanteló en España una red internacional de captación y envío de yiha-distas a las filas del Estado Islámico. En uno de los 10 cateos iniciados aquella madrugada -en la llamada Operación Gala- fue capturado el supuesto cerebro de la Brigada Al-Andalús, Lahcen Ikassrien, de 45 años, afincado en esta ciudad desde 1990.

Este marroquí es un viejo conocido de los cuerpos de inteligencia español y estadunidense, pues en el pasado fue acusado de pertenecer a la célula de Imad Barakat Yarkas, Abu Dahdah, considerado el máximo líder de Al-Qaeda en España y quien conoció con antelación los preparativos para los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

Ikassrien viajó a Afganistán en 1999 donde combatió al lado de los talibanes y fue detenido por el general Abdul Rashid Dostum, un conocido "señor de la guerra". Éste vendió al prisionero a los militares estadunidenses, quienes lo recluyeron en Guantánamo, donde pasó casi cuatro años antes de ser extraditado a España. Fue liberado en 2006 gracias a un fallo judicial que concluía que sus declaraciones habían sido arrancadas mediante tortura.

En los cables del Departamento de Estado, filtrados en 2011 por WikiLeaks y publicados en España por El País, las autoridades estadunidenses señalaron que los tribunales españoles excluyeron evidencias incriminatorias contra Ikassrien que lo vinculaban directamente con la célula de Abu Dahdah, que era considerado miembro de alto perfil de Al-Qaeda y había "luchado al lado de los talibanes en Afganistán".

El 11 de abril de 2010 este semanario publicó una amplia entrevista con Ikassrien, en la cual éste relató los tormentos a los que le sometieron en Guantánamo. Señaló a "Ana la mexicana", una militar de alto rango que encabezaba los interrogatorios y ordenaba las torturas.

De 2001 al 2005 -cuando estuvo preso ahí- en la base militar de Guantánamo, bajo el mando del general Geoffrey D. Miller, se aplicaron los tratos más crueles y degradantes a los presos; dichos métodos, después exportados a la cárcel iraquí de Abu Ghraib, provocaron un escándalo internacional al hacerse públicos (Proceso 1745).

"Fue un infierno lo que ella me hizo vivir, y su cara la tengo grabada aquí (en la mente)", decía entonces Ikassrien a Proceso.

En los documentos judiciales de la Audiencia Nacional, Ikassrien describe que le colocó una pulsera de identificación con la leyenda "animal...

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