Castigo por no mentir

AutorRaúl Ochoa

“Hice las pruebas con el oftalmólogo y me evaluó que tenía 20/200, es decir, el mínimo permitido por la federación internacional (de deportes para ciegos)”, relata la competidora.

Sin embargo, al llegar a Colombia, Andrea y otros 20 atletas mexicanos de distintas disciplinas fueron sometidos a una valoración más, y el diagnóstico fue contundente: la judoka no alcanzó el mínimo requerido y tuvo que regresar. Ella dice que sólo ocho integrantes de la delegación acreditaron el análisis adicional; los demás corrieron su misma suerte, y para colmo fueron suspendidos durante un año de toda competencia por el Comité Paralímpico Mexicano.

Año y medio después, Velasco aclara que los atletas fueron sometidos a un estudio de rutina:

“Fue como si hicieras un examen de la vista, en el que te colocan unos lentes y te fijan una serie de números a unos 30 centímetros y a un metro de distancia. Analizaron el estudio que me hicieron en México, me pidieron que me pusiera los lentes y enseguida me realizaron un examen normal de la vista: ‘¿Qué letras ves?’. Y yo, con mis lentes, y a una distancia de un metro y con las letrotas enfrente, ni modo que les dijera: no las veo. ‘¿Distingues estas letras?’ Sí, y las otras apenas las alcanzo a distinguir. ‘¿Las distingues o no?’. Les dije que sí. La respuesta fue inmediata: ‘Con eso ya no puedes competir’. Total, que fueron demasiado estrictos, y en ese momento se me hizo raro que ni siquiera los colombianos ni venezolanos pasaron la prueba.”

“No sé si los demás hicieron trampa, pero hay algunos con estrabismo o alguna enfermedad que sí los dejaron competir porque no pudieron constatar si en realidad ven o no.”

Cuenta Andrea que Hilario Ávila, entrenador del equipo de judo de la UNAM, se encargó personalmente de todas las gestiones. “Me dijo que enviaría el examen a la federación para que yo pudiera salir del país. Como tengo 20/200 se supone que sí podía participar, de otra forma no me hubieran llevado. Tengo problemas de visión y entreno sin lentes. No es que esté ciega, pero no se ve igual. Veo borroso, y sí percibo a las personas. Sin embargo, no alcanzo a distinguir bien sus rostros y sus ojos. Los tableros nunca los alcanzo a ver, y menos si el lugar está oscuro”.

Para ella, el estudio que le realizaron en...

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