Carta del presidente 15 al 45

AutorAriel Dorfman

Hace casi un siglo y medio, excelentísimo señor, que espero su advenimiento! Todos estos años, desde mi muerte en 1868, he examinado ávidamente cada ciclo electoral con la esperanza de que por fin apareciera mi salvador, un hombre -¡ni modo que fuese una mujer!- que me desplazaría de la poca envidiable situación en que me encuentro: ser considerado el peor Presidente en los anales de los Estados Unidos.

No merezco tan mala fama. Es presumible que los conocimientos suyos acerca de nuestro pasado sean restringidos, pero hasta Usted debe saber que se me ha culpado de que los estados del Sur de nuestra patria decidieron independizarse de la República en 1861, poco antes de que terminara mi periodo de gobierno. Injustamente tildado de ser responsable por la Guerra Civil entre el Norte y el Sur y por mis no tan encubiertas simpatías hacia los esclavistas, es un inmenso alivio para mí que la Presidencia esté por fin en manos de alguien que, estoy seguro, ha de pasar a la historia como una persona que, como yo, dividió amargamente la nación y devastó los pilares de nuestra democracia.

Noto con alegría la probabilidad de que Usted me ha de sobrepasar en tal desventurada empresa. Si persiste en su campaña de violar la tierra y contaminarla, si allana el camino a los que niegan los cambios climáticos y facilita la polución de nuestros cielos, nos habrá de llevar a una conflagración que, a diferencia de la mía que ultimó a un mero millón de habitantes, logrará algo más letal para el planeta mismo: condenar a billones de seres humanos, tal vez a toda la especie, a una eventual extinción. Cuando los ciudadanos del futuro (si es que algunos logran sobrevivir) contrasten este terrorífico legado suyo con el mío, será inevitable que me vean como un modelo de virtud y sabiduría.

En cuanto a la calidad de vida de los norteamericanos, también en este rubro Su Excelencia tiene la oportunidad de causar más perjuicio que el que se me atribuye. Muchos padres y viudas maldijeron mi nombre al recibir la noticia de que sus seres queridos habían muerto en la guerra, pero muchos millones más van a maldecirlo a Usted cuando sus cuerpos sufran un irreversible deterioro debido al asalto que planea contra el actual sistema de salud norteamericano.

Respecto a la corrupción, también tengo expectativas de que me va a superar con creces. Mis ofensas (acusado de coimas, extorsión y abuso del poder por un comité investigador del Congreso) habrán de palidecer comparadas con lo que...

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