Carta abierta a Enrique Peña Nieto

AutorJavier Sicilia

Querido Enrique Peña Nieto:

Cuando esta carta esté ya publicada, usted habrá tomado posesión de la Presidencia de la República. La responsabilidad que asume es inmensa ante la emergencia nacional que vive el país y la incapacidad y ceguera de los partidos políticos para fijar, junto con la ciudadanía, una agenda de unidad nacional que pudiera hacerle frente. Usted recibe y asume, por lo mismo, un país devastado por el dolor, la muerte y la miseria; un país donde sus ciudadanos se encuentran en estado de absoluta indefensión, desgarrado en sus tejidos sociales, a merced de la criminalidad y de la inoperancia y corrupciones de los gobiernos; un país al que el presidente saliente, Felipe Calderón, se obstinó, con la solidaridad de la clase política y de la criminalidad, en desgarrarlo y despreciarlo; un país fracturado, amedrentado y lleno, en su miedo, de enojo; un país donde, a causa del patrimonialismo -ese cáncer político que desde la Colonia se en-quistó en la vida del Estado-, el esqueleto moral y político de una buena parte de sus ciudadanos está derruido; un país que carga con más de 70 mil muertos, más de 20 mil desaparecidos, más de 250 mil desplazados y decenas de miles de huérfanos, viudas y familias rotas, cuyos números aumentan, y sin un gramo de justicia; un país, Sr. Presidente, en el que su partido, como todos los otros, y usted mismo, tienen, en relación con ese horror, serias deudas con la justicia -recuerdo las palabras que, transidas de dolor y de indignación, doña Trinidad le dirigió, en relación con la represión de Ateneo (2006), durante los Diálogos por la Paz que sostuvimos el 28 de mayo de 2012 en el Alcázar del Castillo de Chapultepec con los que entonces eran candidatos a la Presidencia de la República: "Tú has reiterado que eres responsable del operativo. Entonces eres responsable de los asesinatos, de violaciones a los derechos humanos y de que una banda de violadores siga actuando en el Estado de México"; un país, en síntesis, que, en una parte de sí mismo, desconfía de sus gobernantes y cree que usted llegó a la Presidencia de la República, como su antecesor, de manera ilegítima.

Sea lo que sea, nos guste o no, usted -porque una buena parte de la nación decidió ir, con todo ese horror y la corrupción y ceguera de las instituciones y de las partidocracias, a las urnas a votar por alguien- es el presidente de México y tiene delante de sí una tarea inmensa y un dilema: rehacer con todos el país o administrar el...

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