Carlos 'Warrior' Guerrero / A propósito de Pumas

Eran los tiempos de Palencia, de los hermanos Palacios, del incombustible Verón, de Dante López y hasta de Leandro Augusto. Aquellos lejanos días de mayo en pleno 2011 cuando, ante la Monarquía de Tomás Boy, Pumas llevó a las vitrinas su séptima Liga. La última.

Ya son casi ocho años. Demasiado. Demasiado para un equipo con etiqueta de grande. Para su fortuna, tiene a Cruz Azul como el mejor aliado para maquillar sequías acumuladas y para lanzar desde el Pedregal hasta la Noria cualquier mordaz comentario que tenga que ver con grandeza venida a menos.

Pumas cuenta con una burbuja protectora de esencias universitarias que le genera por default cierta inmunidad ante la crítica y el señalamiento. Una píldora antiespasmódica con efectos prolongados de comprensión, empatía y compasión diseñada en sus propios laboratorios.

Hoy se le cuestiona más al Toluca, se le presiona más a Chivas y se le exige más a cualquiera de los regios que al propio Pumas.

Señalar a los universitarios es atentar contra el joven estudiante que hace el esfuerzo por llegar al aula. No es de excelencia. Le aceptan reprobar tres de diez materias. Nadie le empuja para que busque el cuadro de honor.

Mucho influye el saberse y sentirse lejos de los grandes presupuestos. (Pumas es noveno de acuerdo a su valor de plantel, que oscila los 38 millones de dólares).

Pero eso que suena a justificación se desmorona cuando vemos en zona de Liguilla a Necaxa, Gallos y Atlas con un valor por debajo al de Pumas. En el futbol no siempre el costo de un equipo es directamente proporcional a la tabla general.

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