Cárceles: entre el hedor, el horror y el dominio criminal

AutorRafael Croda

MEDELLÍN, COLOMBIA.- Para Diego Arias, la miseria humana tiene un olor característico que se percibe en toda su crudeza en las cárceles. "Es un hedor, una pestilencia, un aroma como a muerte", asegura, y ese olor nunca se va, "se queda impregnado en uno".

Él aún siente el vaho de miles de hombres hacinados que sufren y que se matan entre ellos con cepillos dentales convertidos en puntas afiladas, con varillas cortadas de las rejas, con jeringas rebosantes de sangre de los presos enfermos de sida. Diego Arias cree que, hasta hoy, huele a cárcel. "Mi familia me lo ha dicho y uno trata de dejar la cárcel en la cárcel, pero cuando se pasa por ahí, uno queda impregnado de cárcel, y eso es algo que produce náusea".

Y no es que Diego haya estado en prisión por cometer delitos sino que ha trabajado en el sistema penitenciario la mayor parte de su vida. Ingresó como dragoneante (custodio) en 1996.

Con ese grado lo enviaron a la cárcel de máxima seguridad de Itagüí (aledaña a Medellín), donde estaban los sicarios más temibles del narcotraficante Pablo Escobar, entre ellos Mugre, Ñeris, Lamba, Valentín Taborda y Freddy González Franco, quien era parte del combo de "Los Hermanos Exterminio". Esos criminales eran los privilegiados del penal.

Mientras custodiaba a algunos de los peores delincuentes de Colombia, Diego se dio tiempo para estudiar leyes. Luego hizo dos maestrías -en teoría jurídica y en derechos humanos- y un doctorado en derecho. Hoy es director de la Escuela Penitenciaria Nacional, donde se forman los futuros dragoneantes, y promueve una reforma estructural al sistema carcelario colombiano.

Cree que la resocialización de los internos es posible y piensa que es viable atacar la corrupción que tiene tomadas las prisiones y que propicia casos que resultan inaceptables para la sociedad colombiana.

Hace unos días, el delincuente Ober Ricardo Martínez Gutiérrez, El Negro Ober, transmitió un video desde la prisión de máxima seguridad de Girón, en el noro-riente de Colombia, en el que amenazaba de muerte a fiscales, policías y comerciantes a los que extorsiona desde la cárcel.

El Negro Ober, quien purga una condena de 50 años y apareció en el video fumando un cigarro de mariguana y ostentando dos grandes anillos, reaccionó así luego de que su esposa, Julieth Vanessa Martínez, fuera detenida, acusada de manejar las finanzas del grupo criminal que el delincuente controla desde la prisión.

El caso provocó un generalizado repudio pues dejó expuesto, otra vez, un sistema de corrupción que permite que un delincuente con ese prontuario siga manejando sus rentas criminales en una prisión de máxima seguridad y, además, tenga acceso a drogas y a un...

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