Candidatos y tendencias

AutorJesús Cantu

No hay ninguna razón objetiva para suponer que no se confirme la postulación de Josefina Vázquez Mota, pues aunque la legisladora con licencia no inició la contienda interna a la cabeza de las preferencias (como sí lo hicieron los otros dos candidatos), desde marzo del año pasado arrancó con un crecimiento sostenido, obtuvo la primera posición en agosto y ahora supera en todas las encuestas a los otros dos precandidatos con una relación de casi dos a uno (sumando las preferencias de Santiago Creel y Ernesto Cordero).

Todas las encuestas coinciden en que entre los simpatizantes blanquiazules Vázquez Mota lleva una amplia ventaja, pero además todas (con la única excepción de la realizada en diciembre por Reforma) muestran que si ella es la abanderada panista iniciará su campaña en el segundo lugar de las preferencias electorales, por encima del candidato de la coalición de izquierda, lo que no sucede con ninguno de los otros dos precandidatos, particularmente con Cordero, quien aparece en un lejano tercer lugar.

Además, de acuerdo con la encuesta de Consulta Mitofsky dada a conocer el pasado 1 de febrero, de los tres precandidatos Vázquez Mota es la única que muestra un saldo de opinión positiva (mayor porcentaje de ciudadanos que los que tienen de ella una opinión negativa) y también la única que hace crecer la preferencia electoral por su partido. Prácticamente todos los análisis posibles a partir de las encuestas muestran la conveniencia, para el PAN, de postular a Vázquez Mota.

A pesar de ello, son pocos los que se atreven a asegurar su triunfo, por el apoyo de Felipe Calderón y sus allegados a la candidatura de Ernesto Cordero, lo que coloca en el ambiente político la posibilidad de un fraude electoral a favor del favorito del presidente. Son varias las reflexiones que vale la pena hacer al respecto.

La primera es la permanencia de algunos rasgos de la cultura política mexicana que aparentemente es imposible erradicar, entre los que sobresalen los siguientes dos: la importante presencia que todavía tiene entre la ciudadanía la idea del fraude electoral, con la posibilidad de que no sea la voluntad de los votantes (en este caso los militantes panistas) la que decida la elección de la autoridad, sino la voluntad del poderoso que, por distintas vías, imponga la suya, o bien, que la influencia del poderoso, superior jerárquico y/o autoridad pese demasiado a la hora de votar.

En cuanto al evidente compromiso de Felipe Calderón con Ernesto...

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