La camiseta de la dignidad

AutorJohn M. Ackerman

El pasado martes 10 de junio, 43 aniversario de la Masacre del Jueves de Corpus de 1971, se tomó un primer paso hacia este fin. Acudieron miles de personas a un mitin festivo frente a las instalaciones de Televisa Chapultepec para repudiar la consolidación autoritaria y decir "¡Ya basta!" a la exclusión del pueblo de los debates y las decisiones fundamentales del país. Los organizadores exigimos que no hubiera un solo policía presente en la reunión, y las autoridades del Distrito Federal respondieron positivamente al llamado. El acto se desarrolló en absoluta paz, amenizado por canciones combativas de Anthar López, Margarita Cruz, Alberto Arista y Tania López, y acompañado de un gran mural callejero coordinado por El Fisgón, así como de una "Cascarita por la patria" organizada por los jóvenes del movimiento ContingenteMX.

En el micrófono conmovieron al público las elocuentes palabras de América del Valle, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco; de Obed Palagot, inocente preso político por los disturbios que cometieron los halcones de Miguel Osorio Chong y Manuel Mondra-gón el 1 de diciembre de 2012; de Nésto-ra Salgado, presa política por su valiente participación como dirigente de la policía comunitaria de Guerrero, y de Alejandro Martínez, destacado líder estudiantil de la Facultad de Derecho de la UNAM. Si México fuera una democracia, América, Obed, Néstora y Alejandro serían nuestros representantes en el Congreso de la Unión en lugar de los "ladrones y aprovechados" (Elena Poniatowska dixit -véase: ow.ly/ xT6RX) que hoy nos malgobiernan.

Desde el templete también se escu-charon las voces de importantes líderes sociales, como Daniel Giménez Cacho, Javier Sicilia, Jesús Ramírez Cuevas, Alejandro Álvarez Béjar, Armando Bolaños, Pablo Moctezuma Barragán y Gerardo Fernández Noroña, siete líderes de la oposición democrática que difícilmente se encontrarían juntos en el mismo templete bajo condiciones normales. Pero va surgiendo un consenso cada vez más palpable de que hoy no nos encontramos en un momento de "normalidad democrática", sino inmersos en una verdadera emergencia nacional que exige que las diversas fuerzas sociales caminen de la mano para defender lo que nos queda de la patria y poner un alto a la avaricia y la voracidad de los poderosos.

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