El calvario cristiano en Gaza

AutorBeatriz Lecumberri

GAZA, PALESTINA.- Cinco de la tarde de un viernes de mayo en esta ciudad. En una capilla que no se adivina desde la calle, unas 30 personas celebran misa frente a un sencillo Cristo de madera.

Tras la misa se sirve café y los feligreses rodean al párroco argentino Jorge Hernández. Incluso quien no habla árabe entiende una palabra que se repite en la animada conversación: "Al baba", el Papa. La visita de Francisco a Belén y Jerusa-lén el domingo 25 y el lunes 26 tiene en vilo a los católicos de Gaza -región aislada por tierra, aire y mar- porque podría ser la ocasión de obtener el ansiado permiso de

Israel para ver de cerca al Papa y olvidar unos días el encierro y las preocupaciones.

"Estamos barajando la cifra de 350 permisos para Gaza. No creo que Israel los niegue porque es una ocasión muy importante, y espero que las ilusiones de tanta gente no se rompan. La visita del Papa representa para esta comunidad una gran esperanza, la ocasión de que pueda decir una palabra o tenga un gesto que ponga de relieve la presencia de los cristianos de Gaza", explica a Proceso el sacerdote Hernández, párroco de Gaza desde hace cinco años.

De los mil 300 cristianos que viven en la Franja de Gaza, una minoría es católica. "Exactamente 132. Hasta ayer éramos 131, pero tuvimos un nacimiento", celebra el sacerdote. La lista con alrededor de 350 nombres que se ha transmitido a las au-toridades israelíes con motivo de la visita del Papa incluye también a fieles del rito griego-ortodoxo.

En Gaza, palestinos cristianos y musulmanes sufren por igual el asedio, la falta de libertad, el miedo y la muerte. Sus habitantes se dicen presos en una gran cárcel a cielo abierto de la que sólo se puede salir gracias a la autorización que Israel concede en contadas ocasiones desde 2007, cuando Hamas controló la franja.

George Antón salió de Gaza por última vez en 2012 y espera obtener el visto bueno israelí para asistir junto con su esposa y dos hijas a la misa que el Papa celebrará el domingo 25 en Belén. "No pido permisos porque ya conozco la respuesta. Tengo 33 años e Israel no autoriza la salida de menores de 35. Pero ahora sí quiero ir a ver al Pa-pa y confío en que los israelíes entiendan qué significa para nosotros. Para mí estar en la misa de Belén será decir: 'Estamos aquí, existimos'. Y si no logro salir, mandaré al santo padre una carta para que venga a Gaza", bromea.

Antón, profesor en una de las escuelas católicas de la Franja de Gaza, nació en una familia de...

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