La caída de Gaddafi
Autor | Víctor Emilio Corzo - Ernesto Eduardo Corzo |
Páginas | 58-59 |
58 El Mundo del Abogado enero 2012
LacaídadeGaddafi
Víctor Emilio Corzo Aceves y Er nesto Eduardo Corzo Aceves
Hace un año nadie pudo haber previsto
la asombrosa y tortuosa caída del po-
der de la familia Gaddafi en Libia. A pe-
sar de que el ex presidente Muammar
Gaddafi tuvo durante su administra-
ción fuertes choques en el plano inter-
nacional, la legitimidad de su régimen
en ningún momento se vio cuestiona-
da. Fue hasta principios de 2011 que
la comunidad internacional, a través
del Consejo de Seguridad, dio un gol-
pe contundente para deslegitimarlo al
convocar a tomar “las medidas necesa-
rias” para proteger a la población civil
ante la brusca y violenta reacción del
gobierno a la llamada “revolución ára-
be” en ese país. Una de las consecuen-
cias inmediatas fue la prohibición a
la familia, entre ellos a Saadi Gaddafi,
de viajar. A principios de diciembre se
actualizó el supuesto y el gobierno de
México previno el plan de ingreso del
hijo del ex presidente libio al territorio
nacional. Indudablemente, haber im-
pedido la entrada al país de ese perso-
naje fue una acción realizada conforme
al Derecho internacional y evidencia la
naturaleza descentralizada a la que as-
pira reforzar el sistema de naciones.
Antecedentes
Como se ha comentado en diversos
periódicos nacionales e internaciona-
les, a principios de diciembre el go-
bierno de México, a través del llamado
“Plan Huésped”, detuvo a cuatro indi-
viduos que, según las autoridades, tra-
taban de internar ilegalmente al hijo
del ex dictador libio. Al parecer, estos
individuos gestionaban la falsificación
de documentos, la apertura de cuentas
bancarias y la compra de inmuebles
para que Saadi Gaddafi y su familia lo-
graran encontrar refugio en una de las
zonas más exclusivas de las playas de
Nayarit. La justificación legal del go-
bierno mexicano al impedir la entrada
a Saadi se encuentra en la Resolución
1970 del Consejo de Seguridad, en la
que se le identifica como comandan-
te de las fuerzas especiales que estu-
vieron involucradas en la represión a
las demostraciones civiles que clama-
ban por un cambio de régimen políti-
co. Se habla, específicamente, de que
Saadi fue el encargado de ordenar los
disparos contra las personas que se
manifestaban pacíficamente en la se-
gunda ciudad más importante de Li-
bia, Benghazi.
Hay que recordar que los hechos ocu-
rrieron a principios de febrero de 2011,
cuando las manifestaciones en Egipto
y en Túnez en contra de los regímenes
opresivos de esos países contagiaron a
sus vecinos en Libia. A diferencia de lo
que pasó en estas naciones, la milicia
obedeció al antiguo presidente Gadda-
fi, quien disparó y reprimió de mane-
ra violenta las manifestaciones civiles.
Fue sólo así como se logró una rápi-
da respuesta de la comunidad interna-
cional para tratar de prevenir la viola-
ción masiva de derechos humanos por
parte del régimen que dirigía la familia
Gaddafi.
Se pueden identificar varios facto-
res que contribuyeron al eficaz des-
mantelamiento del aparato dictatorial.
Entre los más importantes, la claridad
y la certeza de que se iban a cometer
atrocidades masivas en contra de civi-
les inocentes. Y no es dif ícil imaginar el
hecho cuando el antiguo dictador de-
claró al mundo que “oficiales han sido
desplegados en todas las regiones para
que puedan purificar todas las decisio-
nes de las cucarachas” y al señalar que
“cualquier libio que lleva armas contra
Libia será ejecutado”.
También fue imprescindible el pa-
pel que desempeñaron los países de
la región y las organizaciones de la
zona para apoyar el derrocamiento de
Gaddafi. El apoyo de éstos a la imposi-
ción de sanciones, a través de las reso-
luciones de Naciones Unidas, eviden-
ció la falta de apoyo de la que adolecía
Gaddafi en la región y desnudó la ani-
madversión que muchos de sus vecinos
tenían hacia el ex presidente.
Para tratar de servir de catalizador a
los cambios que se estaban germinan-
do en Libia, la comunidad internacio-
nal adoptó diferentes medidas para
presionar al régimen de Gaddafi. Se
adoptaron cinco estrategias generales:
la creación de una comisión internacio-
nal investigadora para analizar las su-
puestas violaciones a los derechos hu-
manos; la imposición de sanciones por
parte del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas; el inicio de investiga-
ciones criminales por parte de la Cor-
te Penal Internacional; la emisión de fi-
chas rojas por parte de la Interpol, y el
desconocimiento al régimen de Gadda-
fi como gobierno legítimo de Libia.
Específicamente, el Consejo de Se-
guridad de las Naciones Unidas, a tra-
vés de la Resolución 1970, impuso, en
primer lugar, un embargo para evi-
tar la venta, transferencia o distribu-
ción —directa o indirecta— de armas y
equipo conexo a Libia; en segundo lu-
gar, restricciones de viaje para 16 per-
sonas relacionadas con el régimen de
Gaddafi, incluido él y ocho de sus hi-
jos, y en tercer lugar, el congelamien-
to de bienes a nombre de seis personas
conexas al gobierno libio.
Intervención de México
Dado que las resoluciones del Conse-
jo de Seguridad son vinculantes para
los Estados miembros de las Naciones
Unidas, el gobierno de México estaba
obligado a “adoptar las medidas nece-
sarias para impedir la entrada a sus te-
rritorios o el tránsito por ellos de las
personas incluidas en el anexo I” de di-
cha resolución, entre las cuales se en-
contraba incluido Saadi Gaddafi.
De la eficaz respuesta del gobierno de
México para evitar que Saadi Gaddafi
ingresara a territorio nacional, surge la
siguiente pregunta: ¿por qué no mejor
Contacto:victor.e.corzo@gmail.com•ernesto.corzo@gmail.com
Intervención de la comunidad
internacional
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