¿Borges misógino? Construcción de la masculinidad y crítica del pensamiento binario en algunos textos de Jorge Luis Borges

AutorAdriana González Mateos
CargoDoctora en Literatura Comparada. Correo electrónico: lg212@nyu.edu
Páginas99-112

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La reciente publicación del diario de Bioy Casares (Borges) dio lugar a numerosos artículos y reseñas. Entre ellos, leí un comentario sobre la "agresiva misoginia" de Borges. La frase me inquietó, porque desde hace décadas profeso un profundo amor a Borges, que se mantiene constante mientras en mi vida cambian los países, los afectos y las costumbres, además de yo misma. ¿De veras Borges es misógino? ¿Cómo es posible que yo lo quiera tanto?

El señalamiento se refiere al recientemente publicado diario de Bioy Casares, gracias a cuyas páginas podemos aproximarnos a las manías y dichos cotidianos de Borges. Ahí abundan las observaciones mordaces sobre muchas mujeres, en especial sobre mujeres dedicadas a la literatura, cuya ignorancia y falta de sensibilidad literaria dan pie a innumerables chistes. Borges y Bioy se burlan profusamente de Victoria Ocampo y de otras escritoras. El problema para decidir que estos comentarios prueban la misoginia de Borges es obvio: constantemente Volumen 5, número 9, diciembre, 2008, pp. 99-112

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prodiga otros no menos demoledores respecto a muchos hombres. No es fácil pensar en un retrato más agresivo que el de Carlos Argentino Daneri en "El Aleph". Sería difícil decidir si, en opinión de Borges, recae sobre un hombre o sobre una mujer el primer lugar de la ineptitud literaria. De todos modos, apuntemos que con frecuencia es "una dama" quien, en los comentarios, en los ensayos, en los cuentos de Borges encarna la falta de comprensión, la ignorancia y la frivolidad. En "El idioma analítico de John Wilkins" se lee, por ejemplo:

Todos, alguna vez, hemos padecido esos debates inapelables en que una dama, con acopio de interjecciones y de anacolutos, jura que la palabra luna es más (o menos) expresiva que la palabra moon. Fuera de la evidente observación de que el monosílabo moon es tal vez más apto para representar un objeto muy simple que la palabra bisilábica luna, nada es posible contribuir a tales debates; descontadas las palabras compuestas y las derivaciones, todos los idiomas del mundo [...] son igualmente inexpresivos (Borges, 1996b: 84).

Es evidente el orgulloso desdén de este nosotros masculino hacia la dama que se expresa de manera casi onomatepéyica para sostener el punto de vista que el artículo no se molesta en rebatir, pues le basta este pasaje caricaturesco para desecharlo antes de iniciar la discusión de su verdadero tema. Para documentar la supuesta misoginia de Borges se podría recordar a las mujeres que conforman el círculo al que pertenece Pierre Menard, pero sería un error tomar al pie de la letra los comentarios del escurridizo narrador de ese cuento, que al elogiar la "divina modestia" de Pierre Menard señala "su hábito resignado o irónico de propagar ideas que eran el estricto reverso de las preferidas por él" (Borges, 1996a: 449). Por ahora baste decir que Borges se hace eco de un recelo muy difundido entre los intelectuales argentinos de su tiempo, que, tal como los mexicanos de la misma época, miraban con desconfianza a las mujeres que incursionaban en una actividad tradicionalmente considerada masculina. Aunque no me atrevo a

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afirmarlo, quizá se acercan los días en que podamos celebrar que este recelo es cosa superada con el siglo XX, aunque nuestro propio medio intelectual no está libre de él hoy, veintiún años después de la muerte de Borges.

Hay dos cuentos que parecen escritos para contestar a la acusación de misoginia, pues de manera ostensible subrayan la autonomía de sus protagonistas femeninas. Se trata de "Emma Zunz" y de "Ulrica". Emma Zunz se propone una hazaña típicamente masculina (vengar la muerte de su padre), pero para hacerlo necesita transitar por una ruta tortuosa que la obliga a subrayar su feminidad, pues recurre a su sexualidad como a un instrumento y una coartada, y al mismo tiempo la experimenta como un ultraje. Su morbosidad sexual es descrita muy pronto en el cuento ("En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico"; Borges, 1996a: 565); este rasgo atormentado acaba por definirla y por arrojar dudas sobre la supuesta justicia de sus actos, pues es imposible saber si el hombre asesinado, Loewenthal, es realmente culpable del crimen del que se lo acusa. El relato puede ser, entonces, la historia de la progresiva locura de Emma, o bien la de su justa venganza; el personaje puede leerse como representación de la fantasía más o menos misógina de la femme-fatal (una mujer que utiliza su sexualidad como arma mortal) o como el intento de narrar la aventura de una mujer en busca de su autonomía, para lo cual sigue un modelo masculino. Preocupado por la "ejecución temerosa" de este cuento, Borges atribuye el argumento a Cecilia Ingenieros (Borges, 1996a: 629). Esta pequeña nota es una réplica a sus descalificaciones de las mujeres que se aventuran en la literatura y un reconocimiento a sus muchos intercambios literarios con ellas.

"Ulrica" está incluido en El libro de arena, publicado en 1975. Las primeras palabras de la protagonista son "Soy feminista". Así comienza un diálogo que parece proponerse, a cada paso, demostrar que las intrigas amorosas no son el fuerte de este escritor bruscamente consciente de los grandes cambios en la situación de las mujeres, ya independientes y capaces de ejercer profesiones intelectuales, como el personaje de este cuento. Con melancólica ironía, el narrador masculino se define como "un hombre célibe entrado en años" y constata su

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ingenuidad y su timidez frente a la desenvoltura sexual de la muchacha: "No incurrí en el error de preguntarle si me quería. Comprendí que no era el primero y que no sería el último. Esa aventura, acaso la postrera para mí, sería una de tantas para esa resplandeciente y resuelta discípula de Ibsen" (Borges, 1996c: 18).

La mención de Ibsen es una más entre las constantes alusiones literarias que saturan el cuento y hacen imposible decidir si el narrador se siente atraído por la belleza de Ulrica (velozmente descrita) o por su erudición (profusamente ejemplificada). Entre diálogos forzados e intentos apenas esbozados de transformar esta anécdota en un cuento fantástico, como la mención de un lobo que aúlla aunque han desaparecido de Inglaterra desde hace siglos, Borges cumple con su intención de manifestar que respeta la independencia de las mujeres, su inteligencia, incluso su feminismo.

Quisiera recordar un cuento cuya anécdota gira en torno a la violencia contra una mujer, reducida al estatus de una bestia. Se trata de "La intrusa", uno de los cuentos de El informe de Brodie. Es la historia de dos hermanos enamorados de la misma mujer, y de cómo esa pasión...

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