Campaña blanquiazul con toques tricolores

AutorWilbert Torre

Era como si Vicente Fox hubiera cambiado repentinamente de campaña: En el salón atestado de colonos, indígenas masagos, jóvenes y ex burócratas, los representantes del viejo PRI lo alabaron hasta el cansancio, lo llamaron la "última esperanza" del país, y como aprendieron a hacerlo cada seis años, lo lanzaron anticipadamente a la seducción del poder presidencial.

Impertérritos, los sesenta indígenas masagos que llegaron de la montaña a las seis de la mañana observaban al candidato de casi 2 metros de altura hablarles en un lenguaje distinto al que los acostumbraron los candidatos priístas, a los que aplaudieron durante varias décadas.

Tuvieron tiempo suficiente para vestir sobre las sucias y raídas camisolas de manta camisetas con leyendas de la Alianza por el Cambio, pero con dificultad aprendieron a corear "¡Viva Fox!".

Llegaron de la Costa Chica en camiones de ruta turística, a las seis de la mañana, en una versión oposicionista del acarreo tricolor que ha tentado últimamente a los estrategas de la campaña foxista.

Florencio Salazar Adame, otrora hombre cercano a José Francisco Ruiz Massieu, renegaba del partido en el que militó 38 años, el PRI. Llamaba a Dulce María Sauri "La Dinosauri" y se burlaba refiriéndose a ella como "la gerenta" del partido tricolor.

Hoy, convertido en admirador y ferviente seguidor de los pasos de Fox, ponía sobre la mesa su cuota de bienvenida a la Alianza por México: 250 mil votos guerrerenses, sufragios que -proclamó- "serán limpios y de convicción, de principios", no votos como los que -rumió- fueron comprados en la elección interna que perdió por la nominación priísta a la gubernatura.

"Y si acepté esos resultados -se conmovió en los micrófonos- fue porque pensé que estaba aportando al fortalecimiento de la cultura democrática...

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