La biblioteca secreta de Daraya

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Esa mañana fresca de octubre de 2015 Delphine Mi-noui consultaba las páginas web y de Facebook dedicadas a Siria. Es la primera tarea diaria de esa reportera del matutino francés Le Figaro.

De pronto llamó su atención una imagen publicada por Humans of Syria, un colectivo de fotógrafos sirios: acaba de ser tomada en el infierno de Daraya, un suburbio de Damasco hostil al régimen de Bashar al-Assad.

En ella, sin embargo, no se vislumbra la mínima huella de combates ni destrucción. Muestra a dos jóvenes en una cómoda sala de lectura, bañada por una insólita luz artificial, con estanterías blancas llenas de libros, mesas de trabajo, sillas, sillones. Uno está sentado, leyendo. Otro, de espaldas, parece buscar algún ejemplar. El pie de foto asombró a la periodista: "Biblioteca secreta de Daraya".

Radicada en Estambul, la reportera lleva dos décadas cubriendo la información de los países de Medio Oriente. Desde 2011 escribe con frecuencia sobre la situación siria y conoce de sobra la tragedia de Daraya, una ciudad de 250 mil habitantes, siete kilómetros al suroeste de Damasco, en una fértil llanura agrícola.

En marzo de 2011, al inicio de la Primavera Árabe, los jóvenes de ese suburbio, que tiene cierta tradición de rebeldía, fueron de los primeros en movilizarse para manifestar pacíficamente sus aspiraciones democráticas.

La represión del régimen no tardó, y en febrero de 2012 se recrudeció: tanques y soldados "invadieron" las calles de Da-raya, interrumpiendo los funerales de los activistas caídos en las marchas de protesta. Murieron acribilladas 30 personas.

Daraya no se dejó intimidar y multiplicó las acciones de resistencia. Seis meses después, el 25 de agosto, volvieron los tanques y las tropas. La masacre duró tres días, le costó la vida a más de 500 personas y provocó un éxodo masivo, que redujo la población a 22 mil habitantes. Esencialmente quedaron combatientes del Ejército Libre Sirio (ELS), jóvenes activistas, y familias y ancianos imposibilitados de huir.

Daraya no se dio por vencida: los resistentes eligieron un Consejo Local para administrar el municipio, mientras brigadas del ELS organizaron su defensa. A diferencia de la mayoría de las otras ciudades rebeldes del país, aquí fueron los civiles los que mandaron.

El 8 de noviembre de 2012 Al-Assad ordenó sitiar Daraya, que así quedó totalmente aislada del resto del país y sufrió bombardeos diarios.

Como atestiguan sobrevivientes y servicios de inteligencia europeos, el 21 de agosto de 2013 dos misiles con gas sarín cayeron sobre Daraya. Hablan solas las imágenes de centenares de pacientes amontonados en corredores de un precario hospital: sufren crisis convulsivas y de sofocación, sus pupilas están anormalmente dilatadas.

Tres años más tarde, el 4 de agosto de 2016, helicópteros militares rociaron la ciudad moribunda con napalm. Los días 16 y 19 de ese mes, nuevos bombardeos de napalm borraron del mapa el hospital. El 27 de agosto los últimos 8 mil resistentes se rindieron.

Las autoridades sirias procedieron a la evacuación de la población civil hacia la ciudad de Sahanya, bajo su control, y trasladaron a los combatientes y activistas a Idlib, capital de la provincia homónima...

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