Betsy Pecanins, un fuego azul que arde por dentro

AutorFederico Álvarez Del Toro

Compartí con Betsy Pecanins una etapa de varios años intensos que recuerdo como plenos y creativos, no sólo para nosotros, sino para toda una generación de cantantes con voces privilegiadas, compositores académicos y populares que emergían del movimiento social de la contracultura que se había gestado desde los años sesenta.

Entre España y el franquismo, Estados Unidos convulsionado en la conquista de los derechos civiles y Latinoamérica en proceso de liberarse de las dictaduras, se había gestado un caldo de cultivo ideológico en los países, donde la poesía, la música y la literatura habían creado una nueva cultura universal y un puente sobre aguas turbulentas.

Con Juan Manuel Serrat en el exilio como punta de lanza y armado con versos de Machado o Miguel Hernández, la poesía adquirió un papel protagónico que inspiró a los trovadores nacientes de América y convirgió con los cantos germinales del sur de Estados Unidos que gestaron el blues en los campos de algodón. Cantantes como Alberta Hunter, Koko Taylor y B. B. King deambulaban por las carreteras, las granjas rurales y los barrios marginales urbanos, precedidos de músicos básicos que con una pequeña guitarra de cuerdas desgastadas y humildes habían creado sin saberlo un compás ternario, un pulso de corazón que a la fecha es el fundamento de los más sofisticados creadores musicales.

Cuántos dolores interraciales se juntan para dar paso al lamento y la esperanza de un nuevo movimiento mundial, donde la música trasciende su papel artístico como lenguaje y también sirve de mensajera entre los jóvenes, cobijados por los dos descendientes que dio a luz el blues: el jazz y el rock como nueva cultura universal.

Es en ese contexto que una niña especial, nacida en medio de desierto americano, en Yuma, Arizona, con la carga genética corporal de raíces históricas, la historia de la cultura catalana y la expresión natural afroamericana, introducirá un extraño gen: el fraseo natural del blues en el misterio y la conformación vocal de una cantante blanca. Porque todo lo que Betsy cantaba sonaba a blues y a veces había que luchar con ello, cuando las canciones estaban en español y se inclinaban a un género mas lírico.

No olvidemos la energía espiritual del desierto, la sequedad que es pie de lucha en los elementos vivientes y biológicos para hacer posible la sobrevivencia en un ambiente hostil. En ese entorno dramático, Betsy aparece como una fruta dulce, como una tuna y una pequeña flor, dispuesta a...

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