El beisbol mexicano, entre amenazas y chantajes

AutorBeatriz Pereyra

La última asamblea de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), en la que se supone que los presidentes de los 16 clubes debatirían la contratación de jugadores mexicanos no nacidos en territorio nacional, concluyó con un mensaje de unidad a regañadientes y sin haber agotado este asunto, que aún los mantiene divididos.

El encuentro entre presidentes, algunos de los cuales son también dueños de los equipos, estuvo lejos de ser cordial. Por el contrario, las diferencias se recrudecieron a tal grado que ellos llegaron a amenazarse, incluso con emprender acciones de tipo penal, en su disputa por recuperar o mantener el control de la LMB.

La ruptura

El pleito entre dueños y presidentes comenzó en la asamblea que tuvo lugar en la Ciudad de México el 27 de septiembre pasado. Por primera vez en más de una década, los propietarios de los dos equipos más emblemáticos del béisbol nacional se apersonaron.

Los empresarios Alfredo Harp Helú, de Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca, y Carlos Peralta Quintero, de Tigres de Quintana Roo, asistieron para tratar de echar abajo, junto con el dueño de los Sultanes de Monterrey, José Maiz Mier, un cambio al reglamento de la liga, aprobado en 2015, que permite contratar peloteros mexicano-estadunidenses sin ninguna restricción (Proceso 2083).

Otro grupo de dueños, encabezado por los hermanos Arellano, de Leones de Yucatán y Vaqueros de la Laguna; Alberto Uribe, de Toros de Tijuana; Gerardo Bena-vides, de Pericos de Puebla, y José Antonio Mansur, de Rojos del Águila de Veracruz, se opuso a tocar el tema, pues lo consideró agotado.

En protesta, Peralta, Harp y Maiz abandonaron la asamblea y anunciaron que renunciaban a la LMB. Detrás de ellos salió un delegado de Delfines del Carmen, equipo que también dejó dentro a otro de sus socios para tener representación en ambos grupos.

En ausencia de los anteriores, los presidentes y dueños de los clubes que siguieron adelante con la asamblea nombraron a nuevos integrantes del Consejo Directivo -Mansur, de Veracruz; Uribe, de Tijuana; Benavides, de Puebla, y Eustacio Álvarez, de Rieleros de Aguascalientes- y anunciaron que la liga podría sobrevivir sin las novenas que se retiraron.

Entre esa asamblea y la que se realizó el pasado martes 1, en Monterrey, Benavides y Harp Helú tuvieron un acercamiento y supuestamente estaban en negociaciones para restablecer la armonía.

Pero ese martes, miembros de ambos grupos llegaron con las uñas por delante. Juan José Arellano, integrante del grupo que tomó el control de la LMB en la asamblea del 27 de septiembre, cuestionó la presencia de los representantes de Diablos, Tigres, Guerreros y Sultanes. Pidió al presidente de la LMB, Plinio Escalante, que explicara por qué estaban presentes.

En respuesta, el conglomerado de cuatro equipos anunció que ya había sumado a otros tantos, de tal suerte que ya eran ocho: Diablos...

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