Ayotzinapa: Un Pacto de Silencio y Miedo

Páginas6-6
Editorial
A
casi nueve años de la
desaparición de los 43
normalistas de Ayotzinapa,
el Grupo Interdisciplinario de
Expertos Independientes (GIEI)
anunció su salida de México.
Ángela Buitrago y Carlos Beristain
declararon que no existen
condiciones para que puedan
continuar debido al bloqueo y falta
de información por parte de la
SEDENA, la SEMAR y el CISEN.
Recordemos que el GIEI llegó
a México en 2015 para brindar
asistencia técnica al Estado
mexicano por recomendación
de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos para la
búsqueda de los estudiantes de
la Escuela Normal Rural “Raúl
Isidro Burgos”, después de la
“verdad histórica” de la extinta
PGR, por invitación del gobierno
de AMLO, en 2020, regresaron
con la promesa de que esta vez
habría cooperación para llegar a la
verdad.
Si bien López Obrador en un
inicio demostró voluntad política
para esclarecer los hechos y pidió
a las fuerzas armadas colaborar,
la realidad es que la apertura fue
parcial, de modo que el riesgo
que se corre “es que la mentira se
institucionalice como respuesta”,
señaló Beristain en la presentación
del sexto y último informe del
GIEI.
Buitrago y Beristain señalaron las
presiones que tanto la Comisión
de la verdad como la Unidad
Especial de Investigación y Litigio
del caso Ayotzinapa sufrieron,
que fueron determinantes en la
renuncia de Omar Gómez Trejo
y desarmonizaron los trabajos
entre las instituciones y los
investigadores, como la extraña
maniobra de revocar 21 órdenes
de aprehensión. Asimismo,
denunciaron el bloqueo para
obtener información relevante
para llegar a la verdad.
Aunque no se puede negar
que sí hubo avances en la
investigación, los obstáculos se
agudizaron cuando se reconoce
el involucramiento de las fuerzas
armadas, como lo afirmó el mismo
subsecretario de Gobernación,
Alejandro Encinas, que se está
frente a un crimen de Estado.
Incluso, la ONU-DH señala que
los informes del GIEI revelan
la confabulación criminal de
autoridades, civiles y militares,
de los distintos órdenes de
gobierno, grandes violaciones
a los derechos humanos y las
grandes limitaciones del sistema
de procuración y administración
de justicia en México para resolver
casos de alta complejidad y gran
impacto como el de Ayotzinapa.
Ante los señalamientos, AMLO
dijo que respeta sus puntos de
vista, pero no los compartía,
negando que las fuerzas armadas
obstaculicen las investigaciones,
acusando una campaña para
debilitar a las fuerzas armadas
y calificó a la ONU de parcial
y tendenciosa. Durante una
de sus conferencias de prensa
impidió que los titulares de la
SEDENA y la SEMAR dieran un
posicionamiento, argumentando:
“soy el comandante supremo de las
fuerzas armadas” y al defender la
actuación de la FA, afirmó que ya
hay dos generales e integrantes de
la milicia presos por el caso, y por
ello no hay impunidad.
Por su parte, el GIEI difundió un
último comunicado enfatizando
que en sus informes jamás han
manifestado opiniones personales
y que sus conclusiones están
basadas en pruebas, destacando
que es obligación del Estado
investigar, encontrar a los
desaparecidos y hacer justicia.
Señalan también que el alto
número de desapariciones en
México suponen una situación
grave que cuestiona al Estado y la
sociedad. A pesar de los obstáculos
tanto en el sexenio pasado como en
este, el avance en la investigación
es evidente, no obstante, el acceso
a la justicia es aún distante.
Entre las recomendaciones
finales el GIEI establece que se
debe eliminar la opacidad en las
informaciones, asegurar que la
investigación sea independiente,
implementar mecanismos reales
para la rendición de cuentas, sobre
todo, la necesidad de investigación
sobre diferentes actores que siguen
obstruyendo el camino a la verdad.
El caso de Ayotzinapa destapó una
red criminal que involucra fuerzas
civiles y militares. Si era un secreto
a voces, los hechos ocurridos el
26 y 27 de septiembre del 2014 lo
hicieron evidente, convirtiéndolo
en un caso emblemático de
violencia y violación de derechos
humanos y, lamentablemente,
sigue siendo un pacto de silencio y
miedo, como señaló Beristain.
Ayotzinapa:
Un Pacto de Silencio y Miedo

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