Privatización autoritaria

AutorJohn M. Ackerman

Afortunadamente, ya no existe posibilidad alguna de engañar a la sociedad con una privatización light vestida con las sedas de un supuesto "pragmatismo". Con la propuesta del PAN se transparen-ta la ambición desmedida de los grandes empresarios nacionales y extranjeros en su búsqueda de quedarse con una tajada aún más grande de la riqueza nacional. Y con las constantes denuncias de Andrés Manuel López Obrador se evidencian las mentiras escondidas detrás de la idea de que una mayor "participación" de Exxon-Mobil y Halliburton automáticamente beneficiará al pueblo de México.

Enrique Peña Nieto ha sido rebasado por la coyuntura. Pospone una y otra vez la presentación de su iniciativa con la es-peranza de poder tejer previamente las alianzas necesarias para que la naturaleza privatizadora de su propuesta no se evidencie de manera tan desvergonzada. Por ello el presidente incluso se atreverá a recurrir a la engañosa táctica de utilizar la histórica figura del mismo general Lázaro Cárdenas para dar la impresión de que su iniciativa tendría el aval de este gran mexicano. Como colofón de esta puesta en escena, el presidente del PRI, César Ca-macho, ha amenazado con "defender hasta en las calles" la propuesta energética de su partido.

Todas estas estratagemas evidencian la desesperación de Peña Nieto frente a la enorme derrota estratégica que ha sufrido en los terrenos del debate público y la movilización social. Pero el presidente no se da por vencido. No desistirá en su esfuerzo por "trabajar de manera conjunta" con el PRD y el PAN para transferir la propiedad sobre el subsuelo desde el pueblo mexicano a las empresas trasnacionales.

Lo que definirá en última instancia el desenlace de la reforma petrolera será un mero cálculo de costo-beneficio por parte de los políticos involucrados. Los legisladores del PRI y el PRD saben que cumplir con lo que exigen sus patrocinadores podría implicar una enorme pérdida de respaldo ciudadano y probablemente una sensible merma en su presencia electoral. Pero estos mismos representantes populares también tienen claro que una reforma privatizadora generaría un virtual ejército de empresarios y trasnacionales agradecidos y listos para canalizar nuevos financia-mientos hacia sus campañas electorales y negocios personales.

La pregunta clave es cuál de estos dos incentivos pesará más a la hora de votar las diferentes iniciativas en el Congreso de la Unión: el estímulo electoral-ciuda-dano que exige el fortalecimiento...

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