El país frente a los atentados del 11-s norteamericano: "acriticismo" y alineamiento discursivo con la postura estadounidense

AutorJosé Manuel Jarque
CargoProfesor del Departamento de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona
Páginas23-50

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El 11 de septiembre de 2001 pudimos 1 seguir en directo el impacto de dos aviones contra el World Trade Center de Nueva York -centro financiero de Estados Unidos-. Un mes más tarde el presidente norteamericano George W. Bush anunciaba el ataque contra Afganistán como respuesta a la agresión. En el mes que separa los dos sucesos, el diario El País editorializó profusamente sobre el tema alineándose con uno de los bandos implicados en la situación de conflicto derivada de los atentados. El diario justificó la acción bélica contra el régimen afgano talibán vulnerando en ocasiones, y como se mostrará en este artículo, el compromiso ético y profesional que mantiene con sus lectores. Page 24

¿Por qué es importante estudiar el 11-s?

Pese a que ya han transcurrido más de cuatro años del terrible ataque, los atentados contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 han tenido, entre otras consecuencias, repercusión en el orden internacional desencadenando un cambio de escenario mundial en el que Estados Unidos ha asumido con más fuerza y de forma manifiesta su papel de primera potencia política y militar del planeta. Además, el estudio del 11-S importa desde una perspectiva comunicativa porque sirve para ilustrar, analizar y desmenuzar las estrategias y discursos que movilizan las instituciones con poder -léase políticas, mediáticas, académicas, etcétera- en situaciones de crisis. En el caso que nos ocupa sirve para estudiar cómo la respuesta bélica norteamericana a la catástrofe de Nueva York estuvo acompañada de una contraofensiva propagandística institucional y mediática que legitimó la actuación militar de Estados Unidos contra Afganistán y ahogó, por la sonoridad del discurso hegemónico, discursos alternativos.

En esta línea de estudio se enmarca el presente artículo que muestra cómo El País, periódico escogido para la investigación, optó en su línea editorial por una estrategia discursiva que le llevó a vulnerar, en ocasiones, el compromiso ético que tiene con sus lectores de dar información verídica, no mentir o de separar opinión e información, entre otros principios. Escogimos El País para nuestra investigación porque está considerado el paradigma de lo que debe ser un diario de calidad en el estado español. Sólo se analizaron las editoriales del primer mes, que tenían los atentados del 11-S como tema principal o subyacente (un total de 25 piezas entre el 12/09/2001 y el 11/10/2001). Se escogió la pieza editorial porque ahí se localiza el concentrado ideológico del diario y, por lo tanto, donde se pueden observar con más precisión los giros que denotaban la adhesión del medio con uno de los grupos implicados en la situación de conflicto derivada de los atentados. Además porque esa línea editorial impregna, a posteriori en mayor o menor medida, las diferentes noticias en torno al tema y que se publicarán en las restantes secciones del medio.

Con el análisis de los editoriales pretendemos conocer cuál fue el posicionamiento ideológico del diario en la situación de conflicto del Page 25 11-S y qué estrategias discursivas desplegó para legitimar su posicionamiento. Para estudiarlo nos dotamos de un instrumental que bebe de la teoría de los conflictos y del Análisis Crítico del Discurso (ACD). Pero antes de exponer los resultados sobre la actuación de El País en torno al 11-S de 2001, veamos estas dos herramientas con algo más de detalle.

El conflicto como categoría de análisis

Donde hay vida social, hay conflicto, que es la expresión de las tensiones o pugnas entre individuos o grupos sociales -con sus preferencias o intereses- o de sociedades enteras. Tal y como afirma el sociólogo Salvador Giner sobre esta cuestión:

El conflicto es una de las categorías más vastas de la vida social. Toda ella es o conflicto o integración [...] Como señaló Simmel, el conflicto social es uno de los modos básicos de vida en sociedad; mediante él los hombres intentan resolver dualismos divergentes y alcanzan un nuevo tipo de integración o unidad, aunque ello sea a costa de la opresión, el aniquilamiento o la subyugación del rival o los rivales. Este proceso de unificación y resolución de antagonismos tiene también consecuencias disociativas, especialmente cuando nuevos subgrupos dejan de serlo para convertirse en grupos independientes. (Giner, 1995: 62-63)

Según Giner (1995), al ser el conflicto una categoría de análisis tan general, resulta más productivo analizarlo -desde una perspectiva sociológica- de acuerdo con casos específicos: tensiones laborales, guerras, revueltas, conflictos de género, etcétera. Pese a la dificultad de poder establecer una definición satisfactoria de conflicto, la sociología no ha renunciado a ello. Salvador Aguilar, en un claro intento de sintetizar las aportaciones de diferentes tradiciones sociológicas en torno al conflicto, lo define como una categoría que responde a tres características: Page 26

Situaciones de juego de suma cero entre actores sociales2(un actor busca o pretende conseguir un determinado recurso que, en caso de conseguirlo, implica su pérdida por parte del otro actor); que involucran como elemento central recursos sociales escasos ("recursos" en el sentido más amplio: todo aquello socialmente valuado, sea material, simbólico o relacional); y que generan enfrentamiento entre los actores involucrados, los cuales, para tal fin, movilizan políticamente los intereses en presencia, individuales y/o colectivos. (Aguilar, 2001: 177)

Tres características de las que se infiere que cualquier aproximación al conflicto social debe tener en cuenta tanto las causas estructurales que favorecen situaciones conflictivas en la sociedad como sus dimensiones observables o manifestaciones. Los conflictos -y siguiendo las observaciones de Aguilar- muestran una primera dimensión o conflicto político, que representa el nivel más accesible para cualquier observador, por ejemplo los medios de comunicación. En esta primera categoría deben incluirse la acción política y la violencia política organizada. El conflicto de interés o segunda dimensión del conflicto permite una aproximación a las razones que explican porqué "previamente" la sociedad ha generado situaciones de juego de suma cero o tensión entre grupos. Tensiones que se desarrollan con base en preferencias y/o factores aleatorios y coyunturales, y de intereses (simbólicos, materiales, etcétera) en el sentido fuerte de la expresión (Aguilar, 2001: 182-188). La tercera dimensión corresponde al conflicto societario: cada estructura social tiene manifestaciones concretas de conflicto; es decir, las formas de organización social definen mapas diferentes y propios de conflictos no exportables a otras sociedades. Finalmente, el conflicto dispone de una cuarta dimensión de análisis y que abraza a las anteriores, el conflicto Page 27 macrosocial entendido como el resultado de las rivalidades entre sociedades, entre estados y nacionalidades sin estado, etcétera.

Además de las categorías analíticas dichas arriba, cabe tener en cuenta también que en toda relación de conflicto se despliegan situaciones de dominio, ya que los actores en liza pueden pretender encontrar obediencia en sus mandatos; de poder, al ejercer el dominio o control de las relaciones sociales de acuerdo con la consecución de sus objetivos; y de estrategia, para conseguir el control de la situación de conflicto mediante el cálculo racional de las ventajas, los recursos o riesgos que les puede suponer entrar en conflicto. Las relaciones de dominio, de poder y la estrategia de los actores tiene tal centralidad para la comprensión de un conflicto, que algunos teóricos como James Duke han llegado a afirmar que "el corazón de la llamada teoría de conflicto, en verdad, no es el conflicto sino el poder" (citado en Lederach, 2000: 75).

Conflictos y medios de comunicación

Si el conflicto afecta los ámbitos de la vida social es pertinente pensar que la comunicación también se vea atravesada por él. La centralidad de los medios de comunicación en nuestras sociedades, como principal fuente para adquirir conocimiento y experiencias sobre el mundo,3 justifica la preocupación de saber qué papel juega la prensa, la radio, la televisión o cualquier otra tecnología comunicativa en la difusión de los conflictos. Algunas investigaciones como las de Héctor Borrat (1995) han demostrado cómo los diarios son actores políticos o, por poner otro ejemplo, las de Miquel Rodrigo (1991) sobre el papel de la prensa para reforzar, legitimar o deslegitimar los discursos públicos sobre el terrorismo. Otras investigaciones, en cambio, se han centrado en la propaganda, y han demostrado que los mass media son testimonio y parte de los conflictos sociales sobre los que informan. En definitiva, las diferentes aproximaciones académicas sobre el conflicto y su comunicación Page 28 llegan, explícita o implícitamente, a la conclusión de que una adecuada o inadecuada información sobre un conflicto tiene implicaciones en las diferentes fases de su desarrollo: a) puede favorecer o no su manifestación o dimensión pública; b) contribuye a su expansión; c) dificulta o colabora en la gestión; d) impulsa o interrumpe la resolución, y e) puede ser motivo de su reproducción. Los medios son actores sociales, con intereses particulares o colectivos, por lo que en la comunicación que hacen de los conflictos se debe tener en cuenta que ésta...

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