El ascenso nazi y la nacionalización del petróleo

AutorJuan Alberto Cedillo

Una serie de sobresalientes acontecimientos que se desencadenaron desde finales de 1937 y principios de 1938 en México y Alemania provocaron que dos personajes diametralmente opuestos política e ideológicamente terminaran aliándose en secreto para salvar sus respectivos planes y proyectos: el presidente Lázaro Cárdenas y el canciller Adolfo Hitler.

Cárdenas reflexiona en sus memorias sobre los relevantes sucesos ocurridos en la República Mexicana, los que lo orillaron a aliarse con Alemania:

"En los últimos días de diciembre de 1937, la situación económica del gobierno fue un tanto difícil debido a la campaña que las empresas petroleras han venido haciendo en contra del interés del país, negándose a obedecer el laudo de la Comisión Pericial, que estudió las posibilidades económicas de las propias empresas para atender las demandas de sus trabajadores, laudo que fue ratificado por la Junta. Simultáneamente emprendieron una intensa labor de prensa en el exterior; gestionaron ante sus gobiernos protección de sus intereses; suspendieron las ventas de sus productos a crédito, y retiraron de los bancos sus depósitos, ocasionando con todo esto que las reservas monetarias bajaran considerablemente."

Desde el 28 de mayo de ese año los trabajadores mexicanos que laboraban en las compañías petroleras holandesas, inglesas y estadunidenses mantenían una huelga en demanda de aumento salarial y exigían el pago de los "salarios caídos", petición que las compañías se negaban a conceder.

A Cárdenas le molestaba la actitud de esas empresas y escribió: "Compañías extranjeras apoyadas por los gobiernos de donde son originarias: rebeldes siempre a someterse a las leyes del país. Veremos".

Desde el mes de diciembre de 1937 el gobierno de Franklin Delano Roosevelt intervino ante el gobierno de Cárdenas para defender a las firmas petroleras estadunidenses. Su embajador en México, Joseph Daniels, solicitó al gobierno mexicano que la Suprema Corte no obligara a las compañías extranjeras a pagar los salarios caídos que demandaban.

La administración Roosevelt llegó al extremo de suspender la adquisición de 35 millones de onzas de plata mexicana como medida de presión, dejando al gobierno mexicano sin divisas para impulsar los programas que pretendía llevar a cabo.

"Washington estaba ligando el caso de la compra de plata con el conflicto de las empresas petroleras... Sirva esto de nueva experiencia, que el gobierno y el pueblo no deben olvidar y sí prepararse para futuras acometidas que seguramente se presentarán", redactó el mandatario Cárdenas en sus memorias.

La "falta de respeto" de las compañías petroleras extranjeras a las leyes hizo reflexionar al presidente que, para asegurar el desarrollo del país, México necesitaba tener el control de sus propios recursos, así que comenzó los preparativos para nacionalizar el petróleo.

No obstante, debía contar con una estrategia que neutralizara las "futuras acometidas" que esa medida traería contra su gobierno desde el extranjero.

Paralelamente, en Alemania el führer Adolfo Hitler impulsaba un acelerado proyecto de industrialización y rearme para sus futuros planes de conquistar Europa.

Para ello los nazis necesitaban desesperadamente petróleo para alimentar su maquinaria de guerra. La nación carecía de crudo y sus menguadas divisas impedían comprar grandes cantidades en el extranjero.

El almirante Erich Raeder, jefe supremo de la Armada, quien preparaba una nueva flota de guerra, le informó al führer las malas noticias, que no le gustaba escuchar: "El alto mando agotó completamente todas las posibilidades de comprar petróleo con marcos del Reich", una moneda deva-luada desde el Tratado de Versalles.

En ese contexto un audaz petrolero estadunidense, William Rhodes Davis, quien venía realizando operaciones esporádicas de compra venta de crudo para los nazis, se percató de la crisis que sufría Alemania por la falta de petróleo.

Con el objetivo de ampliar sus mercados se puso al servicio de los hombres de Hitler y muy particularmente a la orden del almirante Raeder.

Davis, de 48 años...

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