El arte precortesiano incomprendido

AutorAndrés Henestrosa
Páginas40-41
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ANDRÉS HEN ESTROS A
El arte precortesiano incomprendido
Hace unos años –en 1947– el Fondo de Cultura Económica hizo una cuarta
edición del Diálogo sobre la historia de la pi ntura en México, enriquecida con un
prólogo y numerosas sabias notas de Manuel Toussaint. De clásica, por la pu-
reza y elegancia del lenguaje, por la prosa clara y castiza en que está escrita,
por la flexibilidad y riqueza del idioma, califica Toussaint la obra de José Ber-
nardo Couto. Y tiene razón: Couto es uno de los más grandes escritores mexi-
canos del siglo pasado. Otro de ellos, años más tarde, es Emilio Rabasa. Pero
Toussaint señala las limitaciones y fallas de Couto, debidas más a defectos de
su información que a incapacidades de investigador y crítico. Su criterio de his-
toriador es tan honesto y firme que distingue, desde 1860, la superchería que
acerca de Rodrigo Cifuentes había inventado regocijadamente el Conde de la
Cortina, y en cuya existencia todavía creen algunos historiadores del arte. Una
cosa limita el valor del Diálogo: la negación del arte pictórico indígena, aferra-
do como estaba Couto al concepto académico del arte. Pero no sólo eso: se lo
vedaban sus prejuicios religiosos, única cosa que funciona en la negación de
toda manifestación artística anterior a la Conquista. Un pueblo que no conoce
al dios verdadero no puede crear belleza, parece que piensa la caterva de to-
dos los que han negado la existencia de toda cultura anterior a Cortés. Couto
pensaba que las muestras de pintura de los antiguos pueblos del Anáhuac,
si bien tenían interés para otros estudios, la arqueología y la historia, nada
significaban para el arte. En ellas, decía no hay que buscar dibujo correcto ni
ciencia del claroscuro y la perspectiva, ni sabor de belleza y de gracia. Todo
indica, continuaba, que en las razas indígenas no estaba despierto el sentido de
la belleza, que es de donde procede el arte. El sentido de la belleza, creía don
José Bernardo, ha sido dado a muy pocos pueblos de la tierra: los griegos entre
los antiguos, y los italianos entre los modernos, lo han tenido en grado supe-
rior. Anticuado y falso llama Toussaint a este criterio. Y afirma que la pintura
de los indios anteriores a la Conquista es interesante desde el punto de vista
artístico como de cualesquiera otros.
Si los mexicanos pintaban, y en efecto pintaron mucho, es un hecho cierto
que precedió al origen del arte entre nosotros, pero que no se enlaza con su
historia posterior, decía Couto. Sin embargo, señala como cualidad general
de la escuela mexicana de pintura una blandura y suavidad evidentes desde
sus primeras manifestaciones coloniales. Y, ¿no es esa blandura, esa suavidad,

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