Aquí no hay temas intocables

AutorErnesto Villanueva

Primero. En Proceso no hay temas intocables. Hay, por supuesto, unas guías mínimas de conducta implícitas que representan la columna vertebral de la revista: a) que los temas tratados sean de interés público; b) que no haya conñictos de interés entre el tema tratado y quien lo hace, y c) que no se utilicen frases injuriosas por sí mismas, lo que degrada de manera innecesaria el debate sobre las naturales diferencias de percepción y de criterio en torno a los más distintos temas de la agenda pública. En mi caso, he procurado sistemáticamente acompañar mis artículos con datos duros que apoyen mi argumentación o premisas sobre el tema que abordo. Las ediciones de los textos son de común acuerdo entre el editor y el articulista. Versan únicamente sobre la forma, nunca sobre el fondo, bajo un objetivo compartido: que el texto sea lo más atractivo posible para el lector.

Segundo. La línea editorial de Proceso gira en torno al ejercicio del escrutinio sobre los poderes públicos y privados. No se hace un periodismo militante a favor o en contra de una tendencia política determinada. Cualquier lector puede constatar lo que aquí afirmo. La duda y la crítica razonable constituyen el hilo conductor de los textos que se publican o difunden en la revista. Esto es entendible si se considera que la oferta informativa y de análisis es amplia de manera aparente. Lo cierto, empero, es que, por un lado, la ausencia de una normativi-dad en materia de publicidad oficial y, por otro, los intereses metaperiodísticos de la mayor parte de los medios generan un círculo perverso que lastima el derecho a saber de la comunidad por los criterios adoptados en la toma de decisiones editoriales sobre qué temas se tratan y cómo se tratan. El compromiso económico o político hace que gran parte de los medios mexicanos desinforme, minimice, calle o presente textos publicitarios como si se tratara de información aséptica. En ese contexto, Proceso al lograr desde tiempo atrás su independencia económica y, por ende, su independencia editorial puede y quiere dar a conocer la otra cara de los hechos de la agenda pública. Esa mirada resulta frecuentemente molesta, hiriente o desagradable para los actores públicos y privados sobre los que versa alguna pieza informativa o editorial.

Tercero. En la historia contemporánea de los medios mexicanos ha habido de manera intermitente espacios que hacen lo que la Suprema Corte de Justicia ha denominado periodismo de denuncia. Buena parte de...

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