Hay que aprender a sobrevivir...

AutorMathieu Tourliere

Acusado por el gobierno de Felipe Calderón de delincuencia organizada-cargo del que fue absuelto-, Lemus dejó testimonio de su paso por dicho penal en el libro Los malditos. Crónica negra desde Puente Grande (Grijalbo, 2013), donde relata los días que convivió con sentenciados famosos, entre ellos Rafael Caro Quintero, uno de los jefes del narcotráfico en México hasta mediados de los ochenta.

Lemus relata en su libro que la primera vez que lo vio fue en el área del locutorio del Centro de Observación y Clasificación: "Cuando escuché que lo llamaron... la inercia de la curiosidad me condujo a levantar la cabeza para ver la figura que caminaba a sólo dos metros de mí.

"Ni rastros de aquel joven acusado de narcotráfico cuyas imágenes dieron a conocer los noticiarios de 1985, en los cuales resaltaban sus pequeños ojos negros, abundante cabellera oscura y un bigote desplegado a todo lo ancho de su boca. Ahora era un individuo delgado, alto y encorvado, con el peso de los años en la cárcel claramente cargado en los hombros, con la espalda dando muestras de cansancio y la típica rigidez muscular de los presos que así manifiestan todo el odio contenido en el cuerpo. El pelo, aunque muy corto, tupido de canas."

A finales de 2008 Lemus fue asignado a la zona de "población" del penal, en la celda 149 del pasillo 2B del módulo uno. La celda 150 era la que ocupaba Caro Quintero. Fueron vecinos hasta el 30 de mayo de 2010, cuando el fundador del Cártel de Guadalajara-acusado del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena- fue trasladado a una cárcel de mediana seguridad, también en Jalisco.

En su libro, Lemus lo describió como un preso solitario, discreto, disciplinado y a esas alturas de su vida un apasionado de la historia revolucionaria mexicana.

"¿No legustajugarvoleibol, Don Rafa?", le preguntó un día. El exnarcotraficante estaba sentado sobre la banca pegada a la cancha desde donde solía observar los partidos de los prisioneros.

"No me gusta perder, por eso prefiero no jugar. Me siento más a gusto", le contestó en una de las conversaciones que tuvieron en "la oficina", como el propio Caro describía esa banca que siempre ocupó.

"Lo conocí cuando tenía 56 años de edad y casi 24 de estar en prisión. Recluido poco menos de la mitad de su vida. Siempre bajo una estricta vigilancia del Estado por ser considerado el capo más grande del narcotráfico, en parte por la presión ejercida por el gobierno de Estados Unidos y en parte por la fama que le...

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