La anticultura belicista (Segunda y última parte)

AutorJorge Sánchez Cordero

Con su Lamento de la paz (Querela pacis) Erasmo se convirtió en el primer humanista en plantear la noción del derecho a la paz. En esta obra también condenó la guerra al calificarla como un instrumento de la tiranía y apercibió a los gobernantes respecto de su obligación de desterrar las conductas antirreligiosas y, por consiguiente, preservar en este caso la armonía cristiana. Teólogo, filósofo y filólogo, Erasmo era especialmente sensible a los oprobios de la guerra y a las turbaciones infligidas a la población. Una de sus grandes reflexiones que hicieron fortuna consistió en sostener que los seres humanos sin educación carecían de humanidad, y sentenció: "El hombre no nació, sino que se hizo hombre".

Sus ideas alcanzaron una irradiación excepcional que influyó a los pensadores de su época. El filósofo italiano Gio-vanni Pico della Mirandola (1463-1494) las desarrolló en su célebre Oración sobre la dignidad del hombre (Oratio de Hominis Dignitate); en su tratado El derecho de la guerra (De Jure Belli Li-bri Tres) el abogado italiano Alberico Gentili (1552-1608) rechazó la idea de que fuera la religión la que proveyera de una causa justa para la guerra; en Los derechos de la guerra y la paz (De Jure Belli ac Pacis) el jurista neerlandés Hugo Grotius (1583-1645) discurrió sobre la guerra justa, al igual que el humanista español Francisco de Vitoria (1483-1546) en sus obras sobre el derecho de la guerra (de iure belli); este último, adepto del pensamiento tomista-aristotélico, discernió entre causa justa y guerra justa. Su libro De las Indias (De Indis), próximo al ideario de Bartolomé de Las Casas, fue primordial en la defensa de los naturales americanos.

El derecho a la paz

El debate sobre la guerra justa y el derecho a la paz se perpetuó en otros grandes personajes, como Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Friedrich Schiller (1759-1805), François-Marie Arouet (Voltaire, 1694-1778) y, ya en nuestro tiempo, José Ortega y Gasset (1883-1955).

Hacia 1984 se reavivó la discusión sobre el derecho de los pueblos a la paz. El tema encontró su resonancia en el postulado de la coexistencia pacífica, que en teoría rechazaba la guerra como el medio para dirimir controversias entre naciones y privilegiaba la negociación para resolverlas. Bajo esta óptica los vínculos entre Estados debían inscribirse en un marco de confianza mutua, de cooperación cultural y económica, para lo cual se hacía indispensable el respeto recíproco entre ellos en términos de...

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