Por amor al arte

(MATERIAL EXCLUSIVO PARA MEDIOS IMPRESOS. QUEDA PROHIBIDA SU PUBLICACIÓN EN INTERNET)Gabriel CruzMÉXICO, D.F., octubre 11 (EL UNIVERSAL).- Sin la máscara, El Hijo del Súper Brazo libra una batalla diaria contra las llamas. Su oficio de bombero mantiene vivo el sueño que horas más tarde seguirá creciendo en el gimnasio, donde bajo la guía de Pantherman aprende los secretos del pancracio. Es uno de esos “locos” que no se rinden ni pierden la esperanza de ser estrellas de los costalazos.

Y es que la lucha libre se vive desde diferentes trincheras, a veces como un sueño que raya los límites de la utopía; así pasa con Pantherman y sus pupilos: Él, con 22 años en el ajetreado mundo de los azotones; ellos, con menos de un lustro rifándose en el ring, pero todos con el objetivo de ser luchadores de verdad.

Alcanzar la guarida en la que recuperan a diario la fe no es fácil. Desde allá, en Las Huertas, Naucalpan, se observa la ciudad entera y el ambiente es una mezcla apacible de ciudad y pueblo, con olor a tierra, estiércol y el canto de los gallos que sorprende a los visitantes.

“La verdad, no me considero profesor pero aprendí de Bestia Salvaje a respetar este deporte, así que busco que sepan pararse en un ring y hacerlo con orgullo”, acepta.

Pero ellos, los que en la lucha encontraron el espacio para ser visibles lo admiran y siguen sus consejos:Esto se hace por amor al arte; es una parte de...

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