Amalia Hernández, entre la tradición y el espectáculo

AutorJudith Amador Tello y Niza Rivera

A lo largo del año por concluir, se celebró el centenario del natalicio de la coreógrafa y bailarina Amalia Hernández, fundadora del Ballet Folklórico de México (BFM), con una variedad de actividades que incluyeron sendas galas en el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio Nacional y el Festival Internacional Cervantino, giras por México y el extranjero, la entrega el domingo 10 de diciembre de la medalla Homenaje. Una vida en la danza, y la presentación el día 20 del libro Amalia Hernández, artista universal y profeta en su tierra, de MargaritaTortajada. La agrupación, que desde hace más de cinco décadas se presenta religiosamente ante miles de espectadores en la sala principal del famoso recinto de mármol en la Ciudad de México, cumplió a su vez 65 años, desde su fundación en 1952.

La coreógrafa y directora artística de la compañía, Viviana Basanta, y el embajador José Luis Martínez Hernández, hijos de Amalia Hernández Navarro, hablan de temas como la concepción de su repertorio, la trascendencia de su obra, y del legado documental que se sigue estudiando y podría dar sorpresas, entre ellas nuevas puestas coreográficas.

Sin embargo, no todo pareciera tan festivo como sus escenas de danzas regionales, con trajes multicolores y alegres sones: La coreógrafa y su ballet han recibido desde el inicio de su historia múltiples cuestionamientos, entre ellos haber "folclorizado" y hasta tergiversado las danzas tradicionales, y ser la única agrupación dancística que tiene a su disposición el uso del Palacio de Bellas Artes, con tres funciones cada semana.

Por ello los medios hermanos responden asimismo a estas controversias.

La preparación

En una cafetería de Polanco, en principio, no dudan en calificar a Amalia Hernández como una visionaria que se preocupó por la preservación de su ballet, incluso cuando ella ya no estuviera, y encontró la "fórmula del éxito" para llevar el folclor a los escenarios.

Bajo el lema de "si el ballet no entra a la casa, la casa entra al ballet", preparó a sus vástagos al tiempo que se apoyó en especialistas, escenógrafos, diseñadores, vestuaristas. Desde muy jóvenes, ambos estudiaron y después centraron sus esfuerzos en la compañía.

Según explica Viviana, hija del escritor argentino Joaquín Basanta:

"Creía profundamente en la trascendencia, visualizaba las trincheras en las que se podía apoyar y empujaba al ballet. En la parte cultural impulsó a José Luis Martínez, yo con ella en la parte artística, mi hermana Norma López en organización y ensayos, y Salvador López (nieto) en la cuestión administrativa."

-¿Le asignó tareas a cada miembro de la familia?

-Conmigo fue muy directa al decirme "prefiero que no vayas a la escuela pero no dejas las clases de danza".

A su vez, Martínez, hijo del historiador de la literatura y diplomático del mismo nombre, coincide en cuanto al apoyo familiar, pero también en el de colegas como Guillermo Ruíz, Eduardo Beristáin, Rosa Reyna, Felipe Segura, José Villanue-va, Carlos Casados y Clementina Otero.

Amalia trabajó igualmente con otras grandes figuras como el escenógrafo Ro-bin Bond; la diseñadora de vestuario ruso-americana Dasha Topfer, sus hermanos Delfina Hernández de Vargas en vestuario y escenografía, y el arquitecto Agustín Hernández Navarro, quien diseñó la escuela del ballet en la colonia Guerrero, pero también el centro de meditación para la coreó-grafa en Cuernavaca (Proceso, 614) mismo que buscan rescatar, e incluso su casa y especialmente el proyecto de un teatro en Paseo de la Reforma que jamás se llevó a cabo.

Folclorización

Tanto Basanta como Martínez resguardan el archivo personal de...

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