Amalia Amaya. El lugar del abogado en la teoría del Derecho

AutorPaulina Cal y Mayor

Abogada, lingüista, con doctorados en Harvard y en el Instituto Universitario Europeo, ¿qué la motivó a venir a México e ingresar a un instituto de filosofía?

Cuando terminé mi doctorado en Derecho en Harvard, una de las decisiones que tomé fue no residir más en Estados Unidos, por lo que empecé a investigar en qué país podría realizar estudios posdoctorales y dedicarme a la academia.

El Instituto de Investigaciones Filosóficas ofrecía un interesante programa, así como la posibilidad de trabajar en el área de la filosofía del Derecho con investigadores tan destacados como el profesor Larry Laudan, especialista en cuestiones de Derecho procesal penal —en las que estoy particularmente interesada— y, por cierto, ex presidente de la Asociación Filosófica Americana.

Cuando vine y solicité mi beca posdoctoral tuve la oportunidad de ingresar al instituto como investigadora, y de ese modo me quedé en la UNAM. Además, resulta que mi esposo, a quien conocí en España, es mexicano y actualmente es profesor en el ITAM. De esa manera tuve la suerte de compaginar mis aspiraciones profesionales con mi vida personal, algo que no siempre es fácil, sobre todo en el caso de las mujeres.

¿Dónde y cómo surgió su interés por la filosofía del Derecho?

Descubrí mi vocación por la filosofía gracias a la influencia de maestros como Manuel Atienza, de la Universidad de Alicante, y Manuel García-Carpintero, de la Universidad Central de Barcelona. Y esta afición se vio completada con la influencia de profesores de la talla de Robert Nozick y Noam Chomsky, que fueron parte del comité de mi tesis doctoral, que trató sobre cuestiones relativas a la prueba.

Con base en la formación que ha adquirido en diversos países, ¿qué ventanas cree que habría que romper para oxigenar un medio tan cerrado y excluyente como el jurídico?

Siento que en México todavía no se supera la discusión sobre la interdisciplinariedad académica, que en otros países ya es un aspecto básico de cualquier profesión. En mi comité doctoral tenía que haber, forzosamente, catedráticos no abogados, como el epistemólogo Robert Stalnaker y el lingüista Noam Chomsky, quienes además no eran catedráticos de Harvard sino del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Y a eso habría que agregar que no podía haber dos asesores abogados dedicados a la misma especialidad.

Considero que gran parte de esta exigencia radica en que el Derecho es una profesión con una larga historia, a diferencia de la ingeniería en...

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