Álvarez Bravo en París: fulgurante contemporaneidad

AutorAlexei Vasiliev

PARÍS, FRANCIA.- ¡Qué inconsciente fui cuando acepte la imprudente invitación a escribir sobre la retrospectiva de la obra de Manuel Ál-varez Bravo que se inauguró el pasado 15 de octubre en el Museo del Jeu de Paume!

Intenté cumplir mi promesa. Patéticos fueron mis intentos por redactar un texto sesudo. Acabé por entender que me resultaba imposible reseñar esa muestra. No soy periodista ni mucho menos crítico de arte. Soy fotógrafo.

Por eso opté por escribir en forma de carta. Esta estratagema me da plena libertad de hablar en primera persona y me permite ser absolutamente subjetivo.

Tengo que confesarles que me resistía a ver esa exposición. Pensé que ya conocía la obra de Manuel Álvarez Bravo que descubrí en museos, galerías y libros, primero en París y luego en México.

Por supuesto que me impresionaba su talento pero me fastidiaban las jaulas -exotismo, surrealismo, humanismo- en las que curadores, críticos y escritores de todos horizontes tendían a encerrarla.

Casi me erizaba cuando leía que Manuel Álvarez Bravo expresaba la "esencia" o el "alma" de México. Lo mismo que me erizan quienes mencionan el "alma rusa" al escribir sobre cineastas como Andrei Tarkovski o Aleksandr Sokurov.

En realidad, más que erizarme, me duele ese tipo de mutilación que se inñige a artistas de alcance universal.

Finalmente me armé de valor y fui al Museo del Jeu de Paume. No tomé el folleto-guía de la muestra. Me hundí en las imágenes de Manuel Álvarez Bravo y sólo leí las fechas en las que habían sido tomadas las fotos y sus títulos.

Fue una revelación.

Laura González Flores y Gerardo Mosquera, los dos curadores de la muestra, tuvieron la inteligencia de prescindir de la cronología. Hacen codearse fotos tomadas a 15, 30 e inclusive 50 años de distancia, lo que permite percibir las grandes líneas conductoras de la obra de don Manuel.

Es, por ejemplo, muy interesante el diálogo que se entabla entre Cortina, foto en blanco y negro tomada en 1930, y Cortinas y sombras, foto a color tomada en 1985. En las dos obras, que casi parecen haber sido realizadas el mismo día a horas distintas, prevalecen sutileza, delicadeza y una forma magistral de trascender la trivialidad.

En la primera foto la sombra horizontal del balcón juega con los pliegos verticales e inmóviles de la cortina vuelta casi transparente por la luz del sol. En la segunda una leve brisa mueve una cortina de tono verde iluminada por el sol. Sombras horizontales bailan sobre los pliegues de la cortina...

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