Alianza Cívica en las elecciones de 1994. Una reflexión

AutorMaría Eugenia Valdés Vega
CargoDepartamento de Sociología. UAM-Iztapalapa.
Páginas175-189

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Presentación

El propósito de este artículo es reflexionar sobre la emergencia de un actor que si bien no es nuevo en México, nunca antes había tenido la relevancia que le dio su participación en el proceso electoral de 1994: el ciudadano. La reflexión llevó a hacer el intento por definir el contexto general de su aparición, por encontrar cómo se construyó teórica e históricamente el concepto de ciudadanía en México y de qué manera confluyó en un amplio movimiento social que no hizo sino sumarse a los movimientos que han surgido de la lucha de muchos sectores sociales en sus aspiraciones democráticas. Page 176

En este intento, Alianza Cívica aparece como la organización producto del movimiento democrático ciudadano; y sus objetivos, acciones e identidad logrados a lo largo de la observación del proceso electoral de 1994 sirven para mostrar empíricamente el modo en que la sociedad civil mexicana encaró el reto de la disyuntiva entre la guerra o la paz.

El contexto

En 1994 terminó uno de los sexenios gubernamentales más polémicos en las últimas décadas. Seis años antes, Carlos Salinas de Gortari llegó al poder bajo la fuerte impugnación de los partidos de oposición y de vastos sectores sociales, que reclamaron un enorme fraude de Estado como origen de su triunfo electoral. Además su antecesor, Miguel de la Madrid, lo había elegido como candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en contra de la opinión de gran parte de los militantes de ese partido -algunos de los cuales incluso lo abandonaron en la contienda electoral, como Cuauhtémoc Cárdenas y otros destacados priístas-, así que encaraba un grave déficit de legitimidad desde el mismo momento en que se hizo cargo del Poder Ejecutivo.

Pero el exacerbado presidencialismo vigente en el sistema político mexicano permitió a Salinas -con una audacia en su estilo personal de gobernar que sólo fue cabalmente comprendida al finalizar su mandato- continuar y profundizar la línea económica establecida desde el sexenio anterior, iniciando simultáneamente una serie de medidas tendientes a legitimar su gobierno. Los llamados "golpes espectaculares" que dio enseguida de que tomó el poder (la aprehensión del corrupto líder sindical petrolero Joaquín Hernández Galicia y del banquero Eduardo Legorreta), no fueron sino una fachada para proseguir con el tipo de dominación tradicional de los gobernantes mexicanos desde hace medio siglo: el corporativismo, la preeminencia del partido oficial y la participación de la vieja clase política.1 En ese sentido, los cambios que muchos juzgaron positivos en la economía nacional (la apertura comercial, la modernización productiva, el adelgazamiento del aparato estatal) no fueron acompañados por un correlato político.

Como sea, la transformación de las bases económicas durante el salinismo conllevaron grandes sacrificios para los trabajadores del campo y de la ciudad; muchos de ellos tuvieron que emigrar a los Estados Unidos como única forma de obtener un ingreso, miles fueron lanzados al mercado informal de trabajo y otros tuvieron que resignarse a trabajar más y ganar menos en los empleos que se mantuvieron en el mercado formal. De este modo, el poderoso pero desacreditado Page 177 aparato corporativo no pudo evitar el estallido social que se produjo el 1 de enero de 1994, en que también entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio.

La explosión de rebeldía indígena en Chiapas, a partir de esa fecha, sacó del sueño de modernismo y prosperidad que el gobierno y los medios masivos de comunicación habían logrado implantar entre grupos de pequeños empresarios, la clase media y algunos sectores intelectuales. Las bases del sueño habían sido muy publicitadas: control de la inflación, crecimiento de las variables macroeconómicas y acceso barato a bienes de consumo importados. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional volvió a hacer relucir la marginación indígena y campesina, la pobreza y la desigualdad que seguían ubicando a México en el Tercer Mundo.

El escenario político-electoral de 1994 terminó de configurarse como conflictivo con otro elemento inédito. Los asesinatos políticos del cardenal Juan Jesús Posadas y del candidato priísta a la Presidencia de la República Luis Donaldo Colosio, así como los secuestros de varios empresarios, marcaron un nuevo hito en la historia nacional y crearon la certeza de que el clima de inseguridad pública que padecían los habitantes de las grandes ciudades (aumento de la delincuencia común, incremento del narcotráfico, corrupción policiaca) era todavía más grave que el supuesto por la mayoría. Este fue el contexto inmediato de la irrupción del movimiento democrático ciudadano en México.

La constitución del ciudadano en México

Al igual que en todo el mundo, en México se construyó el concepto moderno de ciudadanía a partir de los fundamentos de la democracia liberal. Como se sabe, el liberalismo económico requería de un Estado al margen de la producción y circulación de mercancías, pero, además, construyó un modelo de gobierno -la democracia liberal- que aseguraba sus valores primordiales: la propiedad y la libertad individual; de esta manera,

Quienes primero formularon la democracia liberal, llegaron a defenderla por una concatenación de ideas que se iniciaba con los supuestos de una sociedad capitalista de mercado y las leyes de la economía política clásica. Estas le dieron un modelo de hombre (como maximizador de utilidades) y un modelo de sociedad (como suma de individuos con intereses conflictivos). A partir de esos modelos, y de un principio ético, dedujeron la necesidad de un gobierno, las funciones que eran de desear que desempeñara un gobierno, y a partir de ahí, cuál era el sistema deseable de elegir y autorizar los gobiernos.2Page 178

Esta concepción de la democracia le adjudica implícitamente varios rasgos. En primer término, que sea pluralista, ya que la sociedad es heterogénea; en segundo, que sea elitista, sin que ello sea una grave contradicción en virtud de que a pesar de asignar el papel principal en el proceso político a grupos de dirigentes que se escogen a sí mismos, éstos deben ser elegidos por toda la ciudadanía; y tinalmente, otra de sus características es que equilibra la oferta y la demanda entre las mercancías (u opciones) políticas y los consumidores (o votantes). Puntualmente, estos rasgos se refieren a:

  1. El modelo democrático debe por fuerza ser pluralista porque la propia sociedad lo es. La sociedad capitalista está dividida en clases, contiene en su seno diversos grupos de interés y sus individuos son heterogéneos económica y culturalmente; por consiguiente un gobierno democrático debe considerar esas diferencias y aun respetarlas porque, paradójicamente, son el sustento de su propia existencia.

  2. En cuanto al elitismo implícito en las candidaturas de partido ofrecidas a los votantes -que de ese modo ya no eligen directamente a sus gobernantes- no queda sino señalarlo como otra paradoja de la democracia que se subsana con la posibilidad de la libre alternancia en el poder, derecho democrático fundamental.

  3. El equilibrio que ofrece el sistema político democrático se refiere a una característica básica que retomó del utilitarismo: los votantes son posibles consumidores de varías opciones (mercancías) políticas que presentan los partidos ante ellos en sus candidaturas y programas. La ley de la oferta y la demanda de la economía clásica aparece así en la sociedad de mercado comparada con la política para garantizar la libertad del ciudadano a escoger la opción de gobierno que mejor satisfaga sus demandas.3

Este modelo de gobierno, la democracia liberal (también llamada formal), es el que construyó el concepto y la práctica de los ciudadanos en las sociedades capitalistas contemporáneas, y aunque parezca insuficiente comparado con el ideal democrático roussoniano, en México es aún una aspiración de la ciudadanía.4Page 179

La constitución de la ciudadanía moderna está ligada íntimamente con el desarrollo del capitalismo. Los primeros empresarios necesitaban un nuevo tipo de mano de obra distinta a la esclava o servil, lo que implicaba un contrato entre ellos y los trabajadores, que formalmente los ponía en un plano de igualdad y suponía, a su vez, que tenía que haber unos derechos civiles elementales para todos, lo que también convenía a la burguesía, todavía fuera del poder político. "De este modo, los intereses políticos y económicos de la burguesía temprana convergieron en la demanda de una gran innovación, la ciudadanía."5

Pero el ciudadano no surgió aisladamente. Se constituyó en el espacio geográfico y jurídico que formaron los Estados nacionales, que fue la expresión de la organización de las sociedades capitalistas. Según Ralf Dahrendorf, la ciudadanía "describe los derechos y obligaciones asociados a la capacidad de ser miembro de una unidad social y, de manera, especial, a la nacionalidad."6Debido a esta pertenencia, ...dentro de un Estado determinado cualquier persona puede tener simultáneamente estos caracteres: gobernado, nacional, ciudadano [...] El gobernado es todo sujeto, nacional o extranjero, ciudadano o no, cuya esfera jurídica es susceptible de afectarse por cualquier acto de autoridad. El nacionales el individuo vinculado jurídica y políticamente a un Estado aunque no participe en su gobierno; y, el ciudadano es el nacional al que el derecho le concede esta participación política.7

Así, las características de la ciudadanía (igualdad de participación, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades y un suelo común de estatus social)8debieran ser comunes a todos la propiedad; esta es la base teórica y política de la democracia-método...

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